Blind Date {Alexandre; +18}

Mi última cita no había resultado precisamente como lo esperaba, es más… digamos que era la peor que iba en este año y todo por confiar en una de esas amigas de curso que seguramente pensaba en la mejor forma de joderte cuando te cito con un chico que no hacía más que hablar de sí mismo.
Le soporte desde el inicio de la cita que no me permitiese tomar la palabra casi en ninguna ocasión, que solo hablara de su gran familia millonaria, de lo enorme que era la alberca de su mansión y de lo bueno que se estaba poniendo por ir a diario al gym; le soporte mucho, más de lo que en un día normal hubiese aguantado, pero el colmo fue cuando se atrevió a compararme con su última cita. “Ella ordeno mucha menos comida que tú” fue lo que dijo. Abrí la boca desconcertada y me controle mucho para no írmele encima y meterle la botella de vino por el trasero, pero no, opte por levantarme y salir de la cafetería en ese mismo instante.
Claro, era obvio que Marissa no sabía el tipo de chicos que me gustaban, y ciertamente este no me apetecía ni para un polvo de una noche, y él mismo me lo reitero cuando se puso a gritarme que me detuviese, imbécil. Me gire cuando estuve en la puerta del establecimiento y le saque el dedo de en medio, sonriéndole y caminando hasta estar fuera del lugar.

Necesitaba un cigarrillo, lo necesitaba pronto o terminaría cometiendo una locura. Camine a prisa hasta alejarme de la cafetería donde había dejando a mi cita, buscando una tienda o algún lugar donde pudiese conseguir un cigarrillo, pero nada. Estaba enojada, bastante y no lo seguiría disfrazando, pero la bomba exploto en mí cuando recibí un texto de Marissa –la amiga que me había citado con el tonto ese- reclamándome por haber dejado a su amiguito.
¡Ha! ahora hasta quedaba como la bruja del cuento; teclee con coraje la respuesta al mensaje, y solo les diré que quedo claro que si la volvía a ver por el campus la arrancaría uno a uno sus rizados cabellos rojos artificiales.

-Necesito fumar, pero ya – masculle mientras dejaba el celular dentro de mi bolso y mi mirada se quedaba centrada en un grupo de chicos que estaban hablando y riendo en una de la bancas del parque. ¡Estaban fumando! y en cuanto ese pensamiento llego a mi mente salí corriendo hacia ellos, cruzando la avenida casi saltando frente a los autos. Conseguiría un cigarrillo así tuviera que besar a alguno de ellos, de verdad.
-Hey, ¿Cuánto quieres por un cigarrillo?- pregunte desde una distancia considerada a uno de los chicos que estaba tirando una colilla al suelo, agitando en mi mano mi cartera, dándole a entender que le pagaría por uno.

La verdad era que a estas alturas de la situación me venía valiendo si me topaba con algún depravado o ratero, sabía que no podía fiarme de cualquiera que anduviese por la calle y bien tranquila me acercara a pedirle un cigarrillo, pero en ese momento no lograba aguantar más. Y sí, no me importaba que esta vez había prometido incluso frente a Edward que jamás volvería a fumar, después de todo, cada que marcaba en mi calendario la fecha en la que comenzarían mis días de cero nicotina, terminaban siendo corrompidos a los tres días máximo. Esa era yo, creyendo en sueños imposibles donde tenía una vida sin alcohol y cigarrillos.
Agradecí que la mayoría de chicos se marcharan, aunque eso solo significaba dos cosas: una, él que se había quedado y que ahora me invitaba a acercarme podía llegar a ser el líder de ese grupo de tontos y creía que esta era su oportunidad de ligue, por lo que corrió a los demás y estos obedecieron como tontos; y dos, les había vendido algo. Lo segundo era más factible, y era evidente después de que me percate que le habían entregado dinero.

Pero bueno, no era como que me interesara, así que levante mis hombros con indiferencia y camine hasta quedar de frente al chico castaño que me había llamado.
Le sonreí de manera fugaz, no dejando claro que bueno… no estaba nada mal; y me dispuse a sacar un billete, pero me detuve en cuanto escuche que no me cobraría por un cigarrillo.
Levante una ceja al escucharlo decir que tenía algo mejor, ya imaginándome de lo que se trataba. Bien, no era una santa y ya antes había probado hierba y cocaína, pero no era como que lo hiciera a menudo. De hecho, cuando les llegaba a consumir era en noches de estudio intensivo en las que necesitaba algo más que bebidas energéticas. No era adicta, pero en ese momento si me apetecía algo más fuerte que un cigarrillo.
Y sí, mi idea se materializo en cuanto vi los cigarrillos que me ofrecía. Vaya listillo con el que me venía a topar, no quería mi dinero pero si me pedía una cita improvisada, ¡como si necesitara una después del fiasco que acababa de terminar!
Suspire, después de todo no podía ser peor, o eso esperaba; así que le sonreí y por primera vez hable – Sabes, acabo de tener la peor cita de mi vida con uno de esos chicos “hijos de papi” que creen que te hacen un favor por invitarte a comer – tenía que compartir la frustración con alguien y el resultaba ser el más cercano por el momento – Así que acepto tu oferta, realmente necesito fumar – tome el cigarrillo y le di la primer calada, cediendo a la cálida sensación que viene después de dejar salir el humo; y sentándome a su lado cuando él se hizo a un lado. Deje mi bolso a mi costado y volví a dar una calada más, girándome a verlo a más detalle y sonriéndole con picardía – Está…bueno - dije sacudido el cigarrillo y levantando un hombro, después de todo no estaba tan mal – Pero no creas que te resultara fácil bajarme las bragas – dije riéndome y pasándole el cigarrillo. Ya ven, soy muy compartida.

La chica parecía no tenerlas todas consigo, pero finalmente aceptó mi proposición y se sentó en el banco, a mi lado. Parecía algo frustrada, y cuando empezó a hablar no pude evitar reír entre dientes, encogiéndome después de hombros.
— Vaya... así que una cita truncada, ¿eh? Mejor. Esos capullos engominados se creen los amos del mundo. Y posiblemente en un futuro lo sean... Pero no porque se lo hayan ganado, sino porque se lo han dado. Son aburridos. Simples. Planos. No tienen profundidad ni interés. Son simples creaciones de molde de sus padres... Te ha ido bien alejarte de alguien así, no merece la pena estar jodiendo con un imbécil de tal calibre; y más si ha decidido dejar escapar a una chica como tú... — Hablé largo y tendido, pero ella estaba fumando, así que supuse que tampoco le molestaría del todo.

Observé como el humo se escapaba de entre sus labios, y no hice más que sonreír delicadamente, esperando a que me pasase de nuevo el porro. Por nuestro lado pasaba gente que al oler el aroma de la hierba hacía una mueca y se marchaba un par de metros para no olerla. Otros nos miraban, sonreían y se iban. Otros ni miraban. Sólo esperaba que ninguno llamase a la policía, o algo así...
Me mordí el labio inferior y cuando me devolvió el porro, con esa frase final, reí entre dientes y asentí.
— No me será fácil, dices... Eso significa que tengo posibilidades... — Hice una mueca labial y reí de nuevo. Me llevé el porro a los labios y le di una larga calada, dejando que la rasposa hierba me rozara la garganta mientras bajaba hasta mis pulmones. Había fumado tanta, que ni siquiera tosía ya. Dejé escapar el humo entre mis labios, y por mi nariz, e hice pequeños círculos hacia el cielo que eran atravesado por un chorro final de humo blanco. Adoraba ese tipo de trucos. Había leído 'The lord of the rings' hasta el cansancio, y adoraba esa parte en la que hacían hermosos dibujos y figuras con el humo del tabaco. Tras eso me esforcé en hacer algo similar, pero lo máximo que me salía era eso: oes en el aire atravesadas por chorros de humo. Y me quedaba bien —. ¿Qué tendría que hacer para facilitar la labor de bajarte las bragas?
Pregunté sin mirarla, observando el suelo. Había una colilla que yo mismo me había fumado, ahora algo enterrada entre hojas secas. Giré mi rostro hacia la muchacha, sonriéndole. Ni siquiera sabía su nombre pero, ¿realmente importaba? ¿Qué necesidad tenía de saber su nombre? Seguramente no volvería a encontrármela, y si luego tenía la suerte de poder bajarle las bragas, bueno, ya se lo preguntaría si me acordaba... En esos momentos mi cabeza estaba un poco atolondrada. Sólo pensaba con lo de abajo y era difícil en ese momento recordar "pregúntale su nombre".
Le di otra calada al porro, dejando que el humo reposara en mi interior, mientras se lo pasaba sin borrar mi pequeña sonrisa. Dejé que sus largos dedos agarrasen ese tubo de droga y cuando se separó de mí, dejé colgando mis manos de mis rodillas, y escupí el humo lentamente hacia abajo, haciendo oes que subían hacia arriba y chocaban contra mi frente.

Al menos mí tarde-noche parecía mejorar. Sí, mi cita había sido un fracaso, ahora odiaba a una “amiga” más y la añadía a mi lista de personas desagradables en el campus; pero bueno, al menos ya estaba fumando. La verdad sentía la garganta un tanto irritada, supuse que era por el efecto de la hierba y las primeras caladas que le había dado al cigarrillo, pero no era algo que no soportara. Además, no quedaría como una inexperta, que no era verdad, pero tampoco era como si fuera la experta en fumar y consumir drogas. Mientras disfrutaba del sabor que me dejaba en los labios el cigarro y miraba a alguno que otro curioso que enfocaba su vista en el chico a mi lado y en mí, escuchaba lo que él decía. Sonreí de lado mientras él comentaba todo lo que quería a cerca de el tipo de chicos que dependían en absoluto de su padre, sintiéndome mejor de no ser la única que pensara de esa forma sobre ellos. De haber sabido lo que me esperaba en aquella cafetería no hubiese asistido en primer lugar, pero fue demasiado tarde cuando note que mi cita era el tipo con el suéter cruzado sobre sus hombros. Sonreí al recordarlo.
-Te doy toda la razón, sobre todo en esa parte final. ¿Qué chico que fuese al menos un poco listo me dejaría escapar? – comente en broma mientras reía disimuladamente, dejando escapar el humo entre mis labios.

Cuando menciono que había dejando claro que tenía posibilidades de tener algo conmigo, solo alce los hombros con indiferencia y me quede callada un momento. La cosa estaba así, podía irme de aquel lugar y despedirme del chico desconocido, irme de vuelta al campus y terminar algunos trabajos pendientes que tenía y así arruinar mi tarde de viernes; o, podía dejar de ser una tonta y divertirme un poco, con un joven que no estaba nada mal y que al menor prometía algo de diversión. Sí, creo que tomaría la segunda opción.
Estaba a punto de responderle cuando me quede embobada mirando los efectos que producía cuando expulsaba el humo de sus labios; fruncí el ceño levemente y sonreí; así que en ese momento llego su pregunta, - Bueno, te diré que entre mis planes de hoy tenía terminar teniendo sexo. Me lo merezco porque acabo de concluir una semana de pruebas y trabajos finales en algunas materias, y me fue bien. El sexo suena como un buen premio – le sonreí mientras lo miraba y recargaba mis codos sobre mis rodillas, tomando el cigarrillo una vez más entre mis dedos y dándole otra calada, sin dejar de mirarlo.

Expulse el humo de cigarro de lado y le lance una mirada examinadora, de arriba abajo, sin el mínimo pudor o tratando de disimular; - Así que, es tu día de suerte porque te resultara sencilla la labor. Solo convénceme de que no eres como ese idiota que me arruino la tarde, pero que tampoco eres un adicto peligroso – abrí los ojos un poco mientras me reía, dejándole el cigarrillo entre una de sus manos y palmeándole el hombro - No me gustaría terminar muerta en alguna alcantarilla – dije en broma.

Varias veces había estado en pelas, había estado en triángulos amorosos, e incluso más de una me había llamado “zorra” cuando se enteraban que me había acostado con su novio. No es que en verdad fuera una fácil o una zorra, pero eso sí, no me detenía cuando estaba frente a mí la diversión o e placer. Era por eso que jamás me tomaba a nadie tan enserio, o tampoco me tomaba mi tiempo para conocer con mayor profundidad a las personas con la que solamente quería tener una noche de placer y ya. No, eso era una pérdida de tiempo –al menos para mí- así que bueno, no es que me interesara mucho la vida de aquel chico que me había compartido de su cigarrillo. Solo tenía claro algo, esa noche quería pasarla bien, y si él me daba lo que quería no veía porque negarme a tratarlo. Ninguno de los dos éramos unos tontos que no sabíamos para donde iba todo el asunto, o en donde podríamos terminar, así que agradecí habérmelo encontrado en aquel parque.
Mientras seguía dando una que otra calada al cigarrillo le escuchaba con atención, pero sin mirarlo… ya que mi vista estaba centrada en los locales aledaños, buscando alguno que fuese útil para lo que quería, o buscando un sitio donde poder tenerlo para mi sola. Sí él creía que era una jovencita que estaba arriesgándose a primeras experiencias y locuras estaba mal, ya era experta en esto y resultaba que me gustaba tener el control de todo, ser la que dictara el ritmo.
Sin embargo, termine riendo cuando escuche que decía que era “altruista” y hasta ese momento volví a mirarlo al rostro, moviendo la cabeza sutilmente de un lado a otro y sin borrar la sonrisa de mis labios – Así que después de todo la suerte esta de mi lado, ya que me puso en el camino al chico bondadoso que solo se centrara en hacerme gozar – le guiñe un ojo y me detuve antes de darle otra calada al cigarrillo, dejándolo reposar entre mis dedos solamente.
La bocina de un claxon en la avenida aledaña me hizo girar mi rostro, esperando ver la razón de aquel ruido, así que me tomo por sorpresa notar la cercanía que de un momento a otro tenía el chico conmigo. No me incomode en lo absoluto, de hecho me agrado. Él olía como a hierba fresca, ese típico olor a especias o algo así… simplemente delicioso.
No me moví ni intente alejarlo, solamente mantuve mi vista al frente y disfrute de otra calada, sonriendo de lado cuando el tibio contacto de su mano con la piel de mi garganta me hizo estremecer.
No moví mi rostro ni un momento, pero mis ojos miraron de lado el perfil del chico, lo escuche susurrar a mi oído y en ese instante supe que no dejaría que me dejara con las ganas de más, se había atrevido a jugar y ahora eso haríamos.
Mantuve mis ojos cerrados mientras sentía su lengua recorrer mi lóbulo y oído, mordiéndolos con suavidad mientras alternaba a mi cuello; y en cuanto sentí que succionaba la piel de mi cuello apoye una de mis manos en su pierna, apretándola un poco – Auch – susurre débilmente, dejándome hacer lo que él quisiera. La mano que tenía sobre su pierna solamente comenzó a ascender hacía sus muslos, colándose en la parte interna de estos pero sin llegar a tocarlo más de lo necesario; y me mantuve tranquila hasta que sentí que desabotona mi blusa y comenzaba a tocar y masajear con algo de rudeza uno de mis pechos. Solté una risa y mordí mi labio inferior mientras daba un vistazo rápido a nuestro alrededor, notando que algunos curiosos estaban bastante entretenidos mirándonos y que se reían cuando notaron que los estaba viendo.
- ¿Planeas desnudarme frente a todos en el parque? – masculle girando mi rostro y rozando mi nariz con el suyo; cambiando mi posición. Me levante y me senté de lado en sus piernas, paseando una de mis manos por su pecho y apretando uno de sus pezones sin pretender herirlo; acercando mis labios a su cuello comenzado a besarlo lentamente para al final, morderle de la misma forma en la que él lo hizo en el mío, - Ahora estamos a mano – dije sonriéndole mientras notaba el hematoma sobre su piel. – Dime, ¿qué es lo que crees que no sé? ¿Qué es lo que me enseñaras tú a mí que no sepa ya? – levante una ceja, retándolo mientras mi mano sobre su pecho iba descendiendo lentamente hasta que mis dedos chocaron con la hebilla de su jean, pero eso no me detuvo, seguí descendiendo mi mano y di un apretón una vez que había llegado a su entrepierna.

Definitivamente había hecho la mejor elección cuando deje en aquella cafetería al chico de mi cita. Ahora estaba con alguien que claramente era parecido a mí. No se trataba se alguien presumido, de un niño rico y mimado; no era alguien que le importase mucho lo que dijeran de él o que se asustara con cualquier cosa, era lo que buscaba para esta noche.
Hasta ese momento nadie había hecho alguna presentación o intento de insinuar siquiera su nombre, y agradecía que así fuera, ya que no me andaba con presentaciones formales cuando lo único que buscaba era un polvo rápido y ya. Aunque, si resultaba ser bueno en la intimidad, me las arreglaría para volver a tenerlo.
Lo único que tenía claro él de mí era que había tenido una cita truncada y que ahora solo pensaba en buen sexo, y lo único que sabía de él era que consumía marihuana, era un joven altruista –reí internamente al pensar en eso- y sabía cómo provocarme. Para mí todo iba bien. Excelente.
En la posición en la que estábamos lo tenía bastante cerca, tanto como para que el chico lograra rozar mis labios al hablarme, tanto como para que sintiera cada vez que su pecho subía al respirar, - Créeme que harás lo que te ordene en el momento que así lo quiera, y me agrada que no tengas problema con eso; pero, también me gusta que traten de sorprenderme – susurre en su oído, hablando lento y rozando mis labios con su lóbulo de vez en cuando, mientras que la mano que no estaba sobre su pecho se enredaba en su cuello. Acaricia su nuca con lentitud, rozándole con las yemas de mis dedos y cuando se acerco a besarme no me resistí. El sabor mezclado de la hierba, el propio de su boca y el de mi propia saliva solo me ayudo a disfrutar más del beso, moviendo mi lengua lentamente contra la suya y buscando rozarla en toda la extensión, masajeando con más rapidez su entrepierna cuando sentí que él hacía presión sobre uno de mis glúteos. Aquel chico no dejaba de sorprenderme, dejándome claro que no tenía pudor alguno y eso me agradaba bastante, saber que no tendría límites.
Su pregunta llego junto a la sensación de sus dedos tocando la piel debajo de mi blusa, subiendo hasta mis pechos y tirando de la copa de mi sujetador; mi respiración comenzó a agitarse mientras sus dedos estimulaban a mis pezones, dejándolos poco a poco erectos, así que solo acerque mis labios a su cuello, hundiendo mi rostro en su clavícula y comenzando a besarlo, trazando líneas imaginarias con mi lengua sobre su piel y mordiéndolo sutilmente cada que clavaba sus uñas en la delicada piel de mis pechos. En ese momento no me importaba en lo más mínimo que alguien se diera cuenta de lo que hacíamos, o que se quedaran de fisgones a ver, incluso eso me excitaba aun más.
Cuando escuche que dejaba escapar un ligero jadeo sonreí de lado, rozando mi nariz con la suya y comencé a conducir mis dedos a la hebilla de su jean, - Y a mí me encanta la forma en que los tocas – susurre contra sus labios delineando el inferior con mi lengua.
Después de luchar un poco contra la hebilla, logre desabrochar el botón del jean e introducir con más facilidad mi mano por debajo de la tela, acariciando con algo de brusquedad su entrepierna, - ¿Quieres saber qué es lo que me gusta que me hagan? – pregunte alejando mi rostro solo lo necesario para poder ver con claridad su expresión, revolviendo un poco sus cabellos con la mano que ahora tenía sobre su cabeza – Que me toquen y besen cada parte del cuerpo antes de empezar – sonreí de lado y no deje de acariciar y estimular su miembro, teniendo como una barrera entre mis dedos y este la tela de su bóxer.- ¿Qué te gusta a tí? - pregunte para después acercarme de nuevo a sus labios y besarlos lentamente.

El escucharlo decirme todo lo que haría solo me hacía desear que pronto estuviéramos a solas, de una buena vez. Cerré los ojos imaginando y visualizando en mi mente a aquel chico, la sensación cálida de su lengua recorriendo mi piel y mordiéndola, sintiendo sus manos recorre mi cuerpo; eso simplemente logro arrancarme un suspiro sutil y que poco a poco sintiera mi sexo comenzar a palpitar. Mis caricias no cesaron en su entrepierna, incluso con su relato y mi excitación incremente el ritmo de las caricias, sintiendo como lentamente como su miembro despertaba ante mis estímulos.
Estaba consciente de lo que ocurría, de que aquello tenía ahora como único fin el placer de ambos y que desde el inicio en que había visto de cerca al chico eso era lo que estaba esperando; así que definitivamente no me detendría ahora, y llegaría hasta el final de todo. Comencé a sentir un hormigueo en mi vientre, así que me moví un poco sobre sus muslos, acercándome más a él y frotando mi costado intencionalmente contra su entrepierna que aún masajeaba.
Sonreí cuando escuche lo que le gustaba que le hicieran, satisfecha de saber que no tendría problema entonces, ya que entre mis practicas favoritas siempre había estado el sexo oral, y en otras ocasiones me había topado con santurrones a los que –de manera extraordinaria- no les gustaba que se los practicara.
No tuve tiempo de responderle algo, ya que en cuanto termino de decirme aquello sentí sus labios sobre los míos, y sus caricias sobre mis pechos volvieron.
Mordí mi labio inferior mientras lo veía introducir uno de sus dedos en su boca, lamiéndolo; y simplemente no logre evitar soltar un suave jadeo cuando sentí su húmedo dedo masajear de nuevo uno de mis pezones, lo que provoco que mi mano alrededor de su cuello reforzara el agarre y lo acercara más a mi rostro, acariciando su lengua con la mía una vez estuve presa entre sus labios otra vez, moviendo mi boca lentamente contra la suya y acariciando cada rincón de la suya con mi lengua.
No lo resistí más y comencé a introducir la mano que estaba en su entrepierna por debajo de la tela de sus calzoncillos, sonriendo contra sus labios cuando sentí la tibieza de su miembro chocar directamente contra mis dedos, comenzando a mover mis dedos trazando círculos en la punta de su miembro.
Ahora estaba segura que necesitaba de una buena vez estar a solas con él o terminaría montándome sobre él en aquella banca. Me separe de él un poco, rompiendo el beso y conduje mis labios a su lóbulo, mordiéndolo sutilmente y jalando de él con delicadeza. Mis dedos seguían tocándolo, a un ritmo constante y la excitación crecía en mi interior más y más.
- Necesito sentirte más – susurre en su oído mientras dejaba escapar ligeros jadeos de forma intencional, volviendo a besarlo esta vez con más rudeza e impaciencia, mordiendo sus labios en el proceso, - Anda, llévame a algún otro sitio o comenzare a lamértelo aquí mismo – dije hablando contra sus labios de forma entrecortada entre algunos besos.

A pesar de estar disfrutando de las sensaciones que él provocaba con sus caricias, ya estaba ansiosa por poder retirarnos a un sitio más privado. Sabía que si continuábamos en la banca del parque tarde que temprano alguien se mostraría molesto y podría llamar a la policía o armar ahí mismo una escena de moral; así que debía de controlarme mucho y eso me limitaba bastante.
Asentí cuando me hizo la señal de que me levantara, así que solo me abroche rápidamente los botones de mi blusa y tome el bolso que llevaba entre mis manos.
Mientras me encargaba de seguirle el paso llevaba los ojos casi cerrados, guiándome solo porque el chico me llevaba de la mano. Si abría los ojos veía como borroso, me sentía como demasiado liviana, y supe que todo se debía al efecto de la droga en mi cabeza. Y aún así no me queje de que casi íbamos corriendo hacia una cafetería, no dije nada, solo le trate de seguir el paso al castaño y apresurarme. Cuando tomo una factura de una de las mesas del negocio supe por donde iba el asunto, seguramente me llevaba a los baños de la cafetería y bueno, eso me parecía bien. Al entrar en el lugar el olor a café y canela, así como la calidez en el ambiente, logro arrancarme una sonrisa, y le di un vistazo rápido al sitio. No había estado ahí antes, o al menos no lo recordaba ahora, pero sin duda era un lugar con una buena decoración, pensé en volver en algún momento con alguno de mis amigos.
Cuando pasamos cerca del chico que atendía note su mirada inquisitiva sobre nosotros, y al ver que mi acompañante le sonreía como si nada yo hice lo mismo, saludándolo con un movimiento rápido de mi mano y alzando los hombros en afán de disculpa. Era mejor tenerlo contento y que no se fuese a pasar por los servicios solo por chismoso, eso podría arruinarlo todo.
Subí a paso veloz las escaleras para llegar a la planta de arriba, luchando con no tropezar por llevar tacones; y hasta el momento en que el chico me soltó pude retirar los cabellos que habían caído sobre mi rostro mientras caminaba, acomodándolos detrás de mi oreja.
Levante una de mis cejas y sonreí de lado cuando escuche lo que me dijo estando a solas, no me había sentido ofendida o molesta, pero a mi parecer el chico estaba bastante confiado en sus habilidades, - Tranquilo, yo tampoco quiero que nos interrumpan – comente cruzándome de brazos mientras el chico se giraba y tecleaba un código para entrar a los servicios -, pero no estés tan seguro de que lograras hacerme gritar – ni comente más y entre detrás de él cuando la puerta se abrió. Dentro me sentí un poco mas aliviada, ya que todo parecía limpio y amplio, y cuando estuve de frente al espejo que estaba por encima de los lavamanos mire de soslayo el hematoma que ahora tenía en el cuello, solo sonreí.
En cuanto volví a escucharlo hablar lo mire de nuevo y le seguí hasta entrar en el primer cubículo, y apenas había dejado mi bolso cuando sentí que inmovilizaba mis muñecas y susurraba a mi oído. Tan solo me reí un poco, cerrando los ojos mientras sentía su lengua pasearse por mi oído y sus manos desabotonar por completo mi blusa; solté un suspiro cuando sus manos tomaron con fuerza mi trasero, echando mi rostro hacía atrás mientras sus labios seguían descendiendo por mi cuello hasta el valle de mis pechos. Debía admitir que una vez más me estaba excitando, así que cuando sentí que el chico rompía el cerrojo de mi sujetador no me moleste en hacerle saber que aquello no me había gustado del todo, tan solo pose una de mis manos en su coronilla y lo incite que siguiera succionando y estimulando mis pezones, sintiendo como mi respiración se aceleraba cada vez más.
Pero no era eso lo que quería en ese momento, así que coloque mis manos en sus hombros y lo arroje hacía una de las paredes laterales del cubículo, colocando una de mis piernas entre sus muslos y comenzando a frotar con fuerza mi rodilla en su entrepierna, mientras me retiraba por completo la blusa y después le arrancaba casi casi la camisa. Deje nuestras prendas colgadas en el perchero que estaba sobre la puerta y me detuve solo un instante a mirar su torso, delineándome los labios cuando note sus tatuajes. Continuaba moviendo con fuerza mi rodilla en su entrepierna y me lance a su cuello, besándolo y mordiéndolo mientras tomaba una de sus manos y la conducía hasta mi sexo aún cubierto por mis jeans - Yo también quiero que me hagas llegar una o dos veces ¿entendido? – masculle mientras mordía su lóbulo e incitaba con mi mano sobre la suya a que estimulara mi sexo – Tócame, ahora - dije contra sus labios antes de comenzar a besarlos con urgencia.