¿Qué haces aquí? {Charlotte M. Rosedoyle}

Era realmente raro que estuviera despierta a las ocho de la mañana, y más si había estado por ahí de fiesta. Tenía un dolor de cabeza horrible y me molestaba la luz que entraba por la ventana, pero supongo que me lo tengo merecido. Me levanté casi a rastras de la cama para llegar a la cocina. Menos mal que al llegar a casa se me ocurrió programar la cafetera y tenía un buen café calentito esperándome. La casa estaba hecha un desastre, nunca me había tenido que preocupar por recoger o limpiar, como echaba de menos mi casa, donde teníamos servicio que nos hiciera todo, creo que tendría que contratar a alguien que me arreglase el estropicio y de paso contratar a un decorador.

El teléfono sonó, ¿quién demonios llama a las ocho de la mañana? No sé para qué me lo pregunto, estaba claro que era mamá y sus siete horas más.-Hola mamá.-no tenía ganas ningunas de aguantar a mi madre ahora mismo, no es que no me gustase hablar con ella, pero tenía una resaca del quince y la cabeza me iba a estallar.-Estoy bien, ya sabes, como siempre...regalo, ¿qué regalo?-fue entonces cuando sonó el timbre.-Mamá, te llamo después que han tocado al timbre....vale....yo también te quiero.

Dejé el teléfono sobre el sofá y me dirigí a la puerta, no tenía ganas de aguantar a nadie y menos a estas horas, pero no tenía ni idea de lo que me esperaba tras la puerta.

Me había graduado de la secundaria, sí señores, al fin salí de allí, aunque fui a parar a un lugar tal vez peor, la universidad. Tras varias semanas de pensarlo escogí de carrera para estudiar música
Hoy iba a ser mi primer día así que arme las maletas (pilas de maletas de ropa entre otras cosas) y mi saxo y mi violín, no viviría allí sin ellos.
La mejor parte tal vez sería volver a ver a mi hermana, Lorea que, si bien no es la mejor del mundo la adoro incondicionalmente y no debe ni hacerse una idea de cuanto la extraño.

Mi madre estuvo conmigo cuando pasaron a recogerme para llevarme hasta el lugar, y me llamo casi todo el viaje comprobando que tuviera todo y estuviera bien y... Cosas de madres. Me dijo que llamaría a mi hermana para contarle de mi "sorpresa". ¿Se pondría feliz? Es espero, y sino, la obligaré a acostumbrarse, no le queda otra.
El viaje fue rápido y, al llegar, bajé solo con una pequeña maleta de mano mientras el chofer bajaba todas las demás. Antes de llamar a la puerta escuché a alguien hablando; de seguro era ella. Acomodé un poco mi cabello y toqué el timbre, para esperar solo unos segundos cuando me abrieron la puerta. ¡Sorpresa! Grité emocionada saltando literalmente sobre ella y sujetándome con mis piernas como si fuese un koala.
Eché un pequeño vistazo al lugar. Dios... Este lugar es un asco... ¿Paso un tornado? ¿Habría limpiado alguna vez desde que se mudó aquí? La verdad lo dudo, parecía casi un chiquero. Mi enorme sonrisa no se borraba de mi rostro de todas formas, la abrazaba con fuerza dando pequeños brincos de emoción como toda una niña.

-Charlotte.-fue lo único que me dio tiempo de susurrar tras abrir la puerta. Mi hermana, mi querida hermana estaba aquí, agarrada a mí como si fuera un pequeño koala saltarín y gritón. Me cogió tan de sorpresa y en tal condición que acabamos las dos tiradas en el suelo. Aún no reaccionaba, el café todavía no me había hecho efecto, pero aún así comencé a reír casi histérica. -¡Charlotte!esta vez fui yo la que se abalanzó sobre ella abrazándola y espachurrándola como si no hubiera mañana. Vale que era la hermana “aburrida” pero la quería con locura y no podía imaginar que la iba a echar tanto de menos.

-Voy a matar a mamá.-me levanté a duras penas y ayudé a Charlotte a hacerlo. Era obvio que se iba a fijar en el desastre de departamento que tenía pero bueno, ya lo arreglaría. -Más o menos.-dije riendo. -Ya sabes, no estoy acostumbrada a hacer las cosas de la casa.-volví a abrazarla todavía no me creía que estuviese aquí. Hasta se me había olvidado mi dolor de cabeza.

-Espera que te ayudo.-le dije mientras metía una de sus enormes maletas dentro. El número de maletas que necesitábamos cuando salíamos de viaje era increíble. Espera, aquí hay más maletas de lo normal. Además se ha traído su violín. -No me digas que vienes para quedarte.-¡mi hermana y yo juntas en la misma universidad! No estaba tan contenta desde hacía mucho y eso se veía en mi enorme sonrisa que dejaba ver mis oyuelos.

Sonó mas bien como un susurro... La primera vez, ya que luego se tiró sobre mi abrazándome a los gritos y caímos al suelo, el cual casi ni se veía de cosas y ropa por todas partes; creo que yo debía limpiar.
Creí que tal vez podría no agradarle mi presencia aquí, pero, al contrario se veía muy feliz al igual que yo, que alivio.

¿Mamá? ¿Que hizo? Reí y tomé su mano mientras me ayudaba a levantarme. Sacudí mi ropa un poco para quitarle la tierra pero sin dejar de sonreír, me dolían los hoyuelos ya. Si... Me di cuenta. Tranquila, aquí esta tu super hermanita para ayudarte. Di una pequeña vuelta en el lugar observando todo, llevaría un par de horas pero el resultado valdría la pena.

Metí otra maleta y ella e ayudaba con alguna, pero de odas formas le hice señas al chofer para que se moviera y ayudara en algo. Lo primero que tome por supuesto fue mi preciado violín, junto con mi saxo, ambos en sus estuches y los coloqué sobre una cama. ¿Por que no había ninguna tendida si solo Lorea vive aquí? Ni modo, tendrá una para cada día o algo así.
Aha, así es... Vine a estudiar aquí bajo la carrera de música; te dije que tocar algunos instrumentos serviría de algo. Volví a sonreír ansiosa. Sería como los 'viejos tiempos', las hermanas Rosedoyle juntas otra vez; sería genial.

Seguramente mi querida Lottie ya estaba haciendo planes para arreglar el estropicio que tenía como departamento, a ella no le gustaba el desorden. Aún no me lo podía creer, pensaba que aún me durarían los efectos del alcohol de la noche pasada, pero no, era la Charlotte de carne y hueso. Terminamos de meter todas sus maletas junto con la ayuda del chófer, que ahora que lo pensaba podríamos haberle dejado todo el trabajo a él.

-¿Música?-en cierto modo me sorprendió. Charlotte era una de las mejores violinistas que había oído en mi vida pero nunca pensé que nuestros padres acabaran accediendo a que estudiara música, pensé que la harían estudiar otra carrera, como papá hizo conmigo.-Es genial hermanita, vas a ser la mejor.-le dije guiñándole un ojo. Realmente me alegraba por ella, por el hecho de que pudiera estudiar lo que siempre le ha gustado.

Retiré la ropa que había sobre el sofá y la dejé sobre una de las camas, la verdad es que ni siquiera había elegido una, cada día dormía en una diferente, supongo que ya era hora de decidir cual.-Siéntate, Lottie.-le dije mientras iba a la cocina a por un par de tazas de café.-Tenemos que ponernos al día.-le entregué una de las tazas y me acomodé en el sillón con las piernas cruzadas.-¿Qué tal las cosas por casa?-últimamente había notado a mamá algo ausente y preocupada, pero no me había atrevido a preguntarle directamente, a lo mejor ella sabía algo.

Con ayuda del chofer como-quiera-que-se-llame y Lorea terminamos de entrar todas las maletas y las situaos a un lado de la puerta para que no estorbaran. Luego ordenaría las cosas en su lugar, luego de ordenar y encontrar el ropero. Comprar un nuevo papel tapiz no sonaba mal, ¿se podría? Bueno, mas tarde habría tiempo para ello.

Aha, gracias... Eso espero. Es lindo saber que alguien mas me apoya, me había costado un poco convencer a papá, ya que él quería una carrera mas 'seria' o 'importante' para mi pero, mamá estaba de mi lado además del hecho de que seguí modelando, y eso le enorgullecía, creo que ambos esperan que sigamos sus pasos, pero yo pienso seguir por mi cuenta.

Quitó una pequeña pila de ropa que había sobre el sofá y me invitó a sentarme. Mas ropa sobre las camas. Sonreí y me senté a su lado en un lado del sofá cómodamente, echada muy tranquilamente sujetada del respaldar con los brazos mientras mi cabeza y todo mi cuerpo se deslizaba tranquilamente como si estuviese recostada. Me había cansado. ¿Mamá? Bien, un tanto insoportable con algunos temas, como siempre, y presionándome en los estudios y... Eso. Hice un pequeño gesto con la mano y me encogí de hombros sin muchas ganas de dar detalles. Anda algo distraída a veces pero no he preguntado, quizá tenga problemas en el trabajo o quizá no sea nada.. La verdad prefiero no meterme. Mamá siempre tiene la última palabra al parecer, discutir algo con ella era agobiante, e incluso entablar alguna conversación de cualquier tipo te volvía loca por mas cariñosa madre que sea.
¿y tu que me cuentas? No te creas que no noté que tienes resaca. Sonreí negando con la cabeza. Nunca cambias, ¿cierto, hermanita? Reí un poco. No tendría que apoyarla en su flojera y su costumbre de embriagarse y meterse en líos todo el tiempo, pero me encantaba ver a mi hermana de siempre, y no a la chica que parecía no tener emociones casi en la que se había convertido por un pequeño tiempo gracias a papá y su loca idea del instituto. Yo quería a mi loca hermana de siempre. Espero no me pegues la costumbre. Bromeé mientras jugaba con un mechón de mis cabellos deslizándolo tranquila entre mis dedos.

Al parecer ella había notado lo mismo que yo y también había sido lo suficientemente precavida como para no preguntarle directamente. Pero bueno, era mamá, no era una persona muy normal precisamente, tenía sus peculiaridades, como todos, y se la quería igual e incluso más. Seguro que solo era una mala racha para ella, mejor no preocuparse.-Bueno, es mamá, tiene momentos en los que se desespera-le dije mientras le daba un sorbo al café, demasiado amargo para mi gusto.

Lottie seguía siendo tan lista como siempre y se fijaba en los detalles, así que por mucho que intentara ocultar mi resaca, se dio cuenta.-Ya sabes, no hay fiesta a la que diga que no-sonreí de lado. A decir verdad me había calmado en ese aspecto desde que las cosas se desmadraron unos años atrás.-Tranquila-le dije agachando la cabeza mientras me acomodaba aún más en el sillón. En cierto modo me avergonzaba de aquella época de borrachera día sí y día también, y no quería que mi hermana pequeña pensara que era de lo peor.-Ya no hago tantas tonterías como antes.-reí ligeramente para desvanecer la leve tensión que me provocaba hablar de eso.-Eso ya lo veremos, no puedes estar en la universidad y no salir de fiesta.-por supuesto no quería que mi dulce y pura hermanita siguiera mis pasos, pero sí quería se se animara un poco más en ese sentido y dejara de ser tan "aburrida". Además se añadiría una cosa más a nuestra lista de cosas que hacemos juntas.

-¿Qué ha sido de ti todo este tiempo?-no había vuelto a hablar con ella desde que me despidieron en el aeropuerto al venir aquí. Volví a beber del café, había olvidado que estaba amargo, así que lo deje sobre la mesa que teníamos junto a nosotras.