Cita a las 7, perfe...oye yo no estoy loco!- Alyssa (+6x3)

Fue lo que paso por la cabeza de la rubia, al enviar aquel correo electrónico, realmente era una adicta al trabajo, pero era mejor eso, que llegar a casa y encontrar una vacía y desolada habitación que la ponía peor. Alyssa, estaba acostumbrada a la soledad, pero había días, como ese, en los que se volvía frustrante no poder contar sus problemas o todo lo que sentía, por ello se atiborraba de trabajo, para no pensar en nada, y francamente funcionaba, atender a un montón de críos con problemas o conductas inapropiadas le lograba mantener ocupada su disparatada mente.

Su consultorio, era bastante austero, pintado de blanco, una ventana en la pared izquierda, por la que la luz que entraba era demasiado débil, signo de que pronto oscurecería, las cortinas eran de color rojo, (Su favorito) con gris, en el centro un enorme escritorio caoba, detrás de la silla donde ella se sentaba, se encontraba una gran biblioteca repleta de libros que había coleccionado, los demás estaban en su casa, dos sillas frente a ella, de color marrón también, y en la pared derecha, una especie de diván, muy su estilo. La pantalla de su MacBook se encontraba apagada, por lo que pudo mirar su propio reflejo, ese día su cabello caía completamente lacio, poco maquillaje, una blusa blanca con los dos primeros botones sueltos, metida por dentro de su falda negra ajustada, a juego con los tacones, era un día común de trabajo.

A eso de las siete de la noche, Aly escuchó como unos nudillos golpeaban con ligereza la puerta, Así que el chico, ha decidido venir, pensó con una leve sonrisa en su fino rostro – Adelante – musitó con su voz suave y apacible, normal, era una psicólogo después de todo, las personas como ella, hablaban de esa manera, y tenían un comportamiento determinado, pero ahora solo importaba el enigma de Viktor Williams, y sus cariñosas demostraciones en la universidad.

Finalmente Viktor entro al sagrado recinto de la Dra, sería una larga noche – Buenas noches Viktor – sonrió amablemente, era una característica muy propia de ella, la amabilidad y sobre todo la paciencia, se sentó incluso antes de que Alyssa le dice autorización, pero tampoco le tomo importancia, él tenía pinta de chico rebelde, sabía cómo manejarlo, ya había lidiado tres veces con situaciones parecidas en el día, esto debería ser pan comido para ella.

No le sorprendió que el joven pelinegro le mirara de aquella forma en particular e hiciese aquellos gestos, Alyssa soltó una risa sardónica antes de contestar – No vamos a jugar Viktor, y lamentablemente, aquí la Doctora soy yo ¿vale? Yo haré las preguntas, espero no te moleste – habló siempre manteniendo el tono de voz suave y sutil, eso no debía perderlo por nada de esté mundo.

Cruzó las piernas y se balanceo de un lado a otro en su silla, viendo como el chico se entretenía con aquel objeto de metal que adornaba su escritorio – Entonces Viktor ¿Qué me puedes decir de lo que has estado haciendo con esa chica de medicina, sabes que eso no está permitido no? – la rubia se preguntó si le molestaría que ella supiese esa información, pero a la gente de Harvard, nada se le escapaba.

Su respuesta le hizo sonreír instantáneamente a la rubia – No te creas Viktor, las cosas no son lo que parecen, deberías saber que debes tener cuidado tanto dentro como fuera de las instalaciones de la universidad– aconsejó ella sin que el timbre delicado de su voz cambiase, después de todo, aquel era su trabajo ¿no?

La expresión de su rostro, le hizo pensar a la Dra, que tal vez debió dejar aquella cita para mañana, pero lo hecho, hecho estaba, debía afrontar las consecuencias – Y espero, que te sigas manteniendo de ese modo, bajo perfil, solo quiero aconsejarte, no es un regaño – murmuró suspirando, mientras seguía balanceándose en la silla de un lado a otro, con la espalda recta.

Se sorprendió un poco al verlo levantarse ¿Qué planes tendría ahora el joven Williams? Le sorprendió aún más, ver como besaba su mano con vehemencia, íncado a sus pies, eso no era lo que ella quería. Enarcó una ceja ahora curiosa – ¿Disfrutar? ¿De qué manera? – fue una interrogante retórica, pero al pelinegro agallas no le faltaban para hacer lo que estaba haciendo, ella automáticamente se paró cuando él tiro suavemente de su mano, quedando a escasos centímetros de su rostro, Viktor era bastante alto, incluso más que ella en tacones, su piel se erizó notoriamente ante el contacto, pero en un intento de zafarse de sus garras, giró alrededor de él lentamente hasta verse liberada de encierro en el que él chico le tenía – ¿Qué te hace pensar que quiero esto? – parte de la cháchara psicológica, él era mi guapo, pero Alyssa, no rompía las reglas, no muy amenudo.

La situación le hizo gracia a la rubia, él parecía tan cómodo y divertido con todo aquello, digno de ver. Pero en realidad sus palabras removieron ciertos sentimientos que ella asociaba con el placer ¿Cómo era posible que un chico cuatro años menor le hiciese sentir de aquel modo? Alyssa trato de mantener su expresión de póquer, pero estaba siendo un reto difícil – Todos podemos leer los movimientos, solo es cuestión de mirar bien, además ¿Cómo lo vas a comprobar? – ahora le estaba retando, las manos del chico se enrollaron alrededor de su cintura, ella quedo inevitablemente sentada sobre su escritorio, mientras él, disfrutaba de lo que hacía, desde su silla color marrón. Alyssa mordió su labio inferior pensativa, debatiéndose entre que hacer y cómo manejarlo, no había sido tan sencillo después de todo. La rubia no comprendía como podía estar seguro de hacer algo como eso en ese lugar, pero recordó, que eran pasadas las siete de la noche y que ya nadie andaría por ahí, Viktor le pidió que le mirase y Alyssa, sin poner objeción lo hizo. Tomo una larga bocanada de aire – Muy bien, rompamos todas las reglas y tradiciones – la rubia, le lanzó su sonrisa tierna y sensual a la vez, sentándose en su regazo, sintiendo como su falda empezaba a subirse, y ella a su vez, desabrochaba algunos botones de su camisa blanca – Bien Viktor, ahora me vas a mostrar ¿Qué es lo que se supone que queremos? – de nuevo estaba sonriendo, quizás ahora, ella lo había sorprendido, pero eso no estaba mal.

Los cambios de humor en Alyssa, no eran constante, no sabía a qué se debía el rumbo en que habían tomando las cosas, quizás a la determinación del chico, la seguridad con la que hablaba, y la confianza que tenía en sí mismo, eso no dejaba de asombrarle. Sus mejillas se tornaron en un leve color sonrosado al notar su mirada lasciva sobre su cuerpo – Quiero verlo entonces – de nuevo ella le sonreía de esa manera tan particular y propia que le caracterizaba. Su piel se erizó por completo ante el suave tacto del joven, a diferencia de Alyssa, Viktor parecía ser todo un experto en el arte de las relaciones físicas.

La falda de la rubia, se fue subiendo con ayuda de las manos de Viktor, progresivamente, hasta llegar a la altura de sus muslos, un poco más arriba y sus bragas de encaje quedarían expuestas a él – Puede ser – soltó una risita traviesa al sentir el cosquilleo por el aliento del chico que rozaba con su cuello. Con aquella sonrisa sensual en su rostro, Alyssa dejó que el explorara un poco la superficie de su anatomía.

Sus palabras hicieron eco en la habitación, los únicos sonidos que se escuchaban eran sus siseos y las risitas sofocadas y aniñadas de la rubia – ¿Debo tomarlo como un cumplido? – interrogó enarcando una ceja curiosamente, cansada de preámbulos, Alyssa se acercó lentamente hacía él, posando su mano sobre la mejilla de Viktor, capturando sus labios en un beso suave, nunca fue de aquellas mujeres apresuradas, de besos voraces, los besos que se disfrutaban, eran aquellos, los que se daban con pasión y sin apuros.

La rubia enarco una ceja intentando por todos los medios no sonreír, ella no era muy partidaria de los cumplidos – Pues entonces…Grazie – el inglés seguía dificultándosele un poco, pero lo manejaba, y era inevitable que sus raíces saliesen a flote en algunas ocasiones, después de seis años, le alegraba saber que conservaba su cultura y su idioma natal.

La doctora, mordió su labio inferior como por acto de inercia al sentir los labios de su joven acompañante sobre su pecho, observando como sus hábiles manos desabotonaban otro botón (Valga la redundancia) Los labios de Alyssa, se movían suavemente sobre los de Viktor . Su piel era una delatora, se erizó de nuevo con la caricia que el chico le proporcionó, mostrándole así, lo mucho que aquello le gustaba, haciendo que su espalda se arquease mínimamente por la sensación que a su cuerpo colmaba, ella la encasillaba en placer. Sonrió entre sus labios, cuando sintió la fría madera de caoba sobre su espalda, pues su escritorio, le impedía escapar, y al pelinegro le facilitaba tenerle contra su cuerpo, casi se podían fundir en una sola persona.

’Rubia’, nadie le había dicho así nunca – Todos lo tenemos ¿no?– contesto mientras la sonrisa traviesa y algo aniñada se cruzaba por sus facciones, pero esta no se podía apreciar, dado que Viktor estaba sobre ella, posando aun sus labios expertos, sobre los inocentes de ella. Aquello no era algo a lo que Alyssa estuviese acostumbrada a hacer, ella jamás rompía las reglas, no comprendía como ese joven había hecho cambiar su opinión. Hizo su cuello a un lado, para que él pudiese besar la parte de su yugular, mejor – Descubrámoslo – los aires de sus palabras eran retadores, pero su tono de voz, era tan suave y dulce como ella misma, su sonrisa seductora la incentivo a llevar sus manos hasta los botones de su camisa e irlos quitando lentamente, mordiendo su labio inferior, con el color sonrosado patente en sus mejillas.

Si había una cosa que detestaba, era que mis emociones se reflejaran en los actos de mi cuerpo, pero no podía hacer nada con ello, no era dueña de ellos, cuando sentía algo solo estaba ahí y ya. Me tense un poco, temiendo no saber cómo manejar la situación, pero me dije a mi misma que debía controlarme, después de todo, era la mayor acá ¿no? Debía mostrar que no era tan tímida e idiota como parecía, aunque francamente lo era un poco, bueno mucho, mi poca experiencia me privada de saber cosas como aquella, pero lo intentaría.

Cuando sus manos empezaron a desabotonar la molesta prenda que ahora solo estorbaba, pude relajarme, quizás seguía siendo la forma en que él era, la que me llamaba tanto la atención y me hacía comportarme de ese modo – Muy bien, te mostraré – Musite en tono algo travieso y aniñado. Más besos suaves, más caricias apremiantes, y finalmente decidí que había tenido suficiente de juegos previos, era una adulta, sabía cómo hacerlo.

Me levante y coloqué mis manos detrás, bajando lentamente el cierre de la falda y dejándola caer al suelo, seguramente para un hombre, la imagen más sexy del mundo era ver a una mujer en lencería y tacones, entonces Viktor era privilegiado. Le ofrecí mi mano sonriendo, casi levantándole, pero el decidió por sus propios medios hacerlo, le arrastre hasta el diván y ahí sin sentarme aun, termine de quitarle su ropa entre besos candentes, nada comparados con los tímidos de hace rato.