Me robaron mi más preciado tesoro |Kendra|

Por fin había acabado aquella maldita clase, se me había hecho eterna, parecía que la profesora no iba a callarse nunca, lo que menos soportaba era que nos diera sermones que no tenían nada que ver con la asignatura que impartía, pero bueno, ya había pasado todo lo malo, ahora simplemente quedaba disfrutar del maravilloso día que tenía por delante. Aún no sabía qué era lo que iba a hacer, no había quedado con ninguna de mis amigas ni con ningún chico, así que tenía toda la tarde libre para ir pensando sobre la marcha lo que me apeteciera hacer. No tenía nada claro, excepto que iba a ir a la cafetería a tomarme un croissant de esos gigantes que los veías en el plato y parecía que no ibas a ser capaz de comertelo, pero nada más lejos de la realidad, pues yo los deboraba que daba gusto, no dejaba ni tan si quiera una miguita sobre el plato.
Caminé hacia la cafetería saludando con un leve gesto de mi cabeza a algunos conocidos que me iba encontrando por los pasillos, pero sin llegar a pararme a hablar con ninguno, la verdad es que no tenía ganas de entretenerme, ahora mi pensamiento estaba puesto en aquel croissant, parecía mandar más en mí mi propio estómago que yo misma. Sonreí con amplitud al llegar a las puertas de la cafetería y sin más demora me dirigí a la cola, por suerte no había mucha gente.
Mi sonrisa se ensanchó aún más al ver aquel enorme croissant que tenía pensado deborar en menos de 5 minutos. Solo quedaba uno y clavé mi mirada en él, como si con ello fuera a retenerlo allí y que fuera mío, solo mío, parecía una obsesa pero me daba realmente igual, ese exquisito manjar tenía que ser mío. Relamí mis labios al darme cuenta de que ya solo quedaba una persona delante mía, cada vez estaba más cerca de mi apreciado tesoro.
La sonrisa que estaba dibujada en mis labios se borró de repente al ver como la persona que había justo delante de mí compraba aquel croissant que yo tanto anhelaba. Mi cara quedó hecha un cuadro. -No me lo puedo ni creer, maldita sea.- Murmuré mientras seguía aquel croissant con la mirada, sin darme cuenta de quien había sido la que había comprado mi manjar, no sabía si la conocía o no, pero en ese momento solo tenía ganas de darle un puñetazo y robarle mi preciado bollo

Nuevamente Kendra tenía bastantes horas libres en las que no tenía nada que hacer. Al hacer poco tiempo que había comenzado a impartir sus clases, no había exámenes ni ejercicios que tuviera que corregir. Además, ella no eras de las personas que pasaban horas preparando una clase. Simplemente se trataba de comenzar desde el principio, a partir de ahí pensaba en un libro, época o tendencia sobre la que hablar y a partir se ahí se guiaba, si había la necesidad de improvisar, no tenía problema alguno. La verdad es que tenía bastante suerte, podía impartir una clase que le encantaba y de la cual podía hablar sin problema alguno y sin que resultaba aburrido. Lo malo, o bueno según se mire ya que tenía cantidad de tiempo libre, es que su clase era optativa, lo que hacía que hubiera muchas menos horas que en las asignaturas principales.

Había tenido tan solo una clase aquella mañana y había sido pronto, por lo que había aprovechado ese día para ir a tomar algo al centro de la ciudad y comer por allí. Después estuvo una hora larga mirando tiendas, aunque finalmente no compró nada más que una chaqueta y unas sandalias. En cuanto llegó a la universidad se le antojó tomarse un café, por lo que se dirigió al instante hacia la cafetería. No había demasiada cola, ni tampoco demasiados chicos, por lo que había hueco para sentarse.

Esperó tranquila a que la gente que tenía delante fuera pasando. En un principio esperaba tomarse un café, pero poco a poco, mientras miraba las cristaleras con comida se le antojo tomar un aperitivo, así que en cuanto llegó el momento de pedir acompañó su café con leche con un sandwich vegetal que le pusieron en un plato pequeño. Sacó la cartera del bolso para pagar y después se acercó a una mesa próxima a la ventana para tomarlo tranquilamente.

Cuando se puso a echar azúcar en su café se dio cuenta de que la chica de la camarera se había confundido y le había puesto edulcorante, seguramente el cliente anterior la había pedido. Por lo que se levantó y se acercó a la barra. Prefirió esperar a que la chica que estaba a punto de perdir fuera servida antes de pedir un sobre de azúcar. Se quedó mirando a la chica, la cual parecía bastante irritada. -¿Estás bien? Menuda cara...-Dijo ella con sinceridad. ¿Que le podían haber hecho para estar así? Quizá se debiera a una clase aburrida o una mala nota. Quien sabe...

Seguía allí parada sin creerme lo que acababa de pasar, veía a la chica alejarse con mi manjar y me dieron ganas de salir corriendo tras de ella para robarle lo que me pertenecía. ¿Cómo podía haberme pasado esto a mí? Estaba a punto de conseguirlo, solo quedaba una persona y el croissant estaría entre mis manos, pero no, aquella persona había decidido fastidiar a Katniss y se había llevado lo que tanto anhelaba.
Seguía sumida en mis pensamientos de asesinar a aquella persona, escuchando como la camarera me decía de fondo que qué quería tomar, y como muchos de los que estaban en la cola me decían que a qué esperaba para moverme, pero yo no reaccionaba, estaba allí parada con la mirada aún fija en aquel manjar, hasta que la chica del croissant salió por la puerta y por lo tanto de mi campo de visión. de repente escuché una voz detrás de mí y está vez si que reaccioné, me rasqué la cabeza levemente y sonreí con inocencia, sabía que la respuesta que le iba a dar a aquella chica, era un tanto chistosa, pero que se le iba a hacer. -No, no estoy bien, se llevaron el último croissant y yo lo quería.- Repliqué como si de una niña pequeña me tratara. Noté como algunos de la cola me empujaban a un lado y se ponían a pedir ellos, no les culpaba de eso, pues primero me había embobado con un dulce y ahora me paraba en mitad de la cola a hablar con alguien, definitivamente no sabía que narices me pasaba hoy

Kendra se había tomado la libertad de hablarle a aquella chica que parecía en su propio mundo, allí parada como quien acaba de quedar en shock. Aunque cuando escuchó el comentario de la chica, su motivo para estar así, ida y enfadada, no pudo evitar soltar una carcajada. Le habían quitado el croissant y estaba como si le hubieran quitado no se...parte de la vida o algo así. Como si la vida le fuera en comer o no el croissant.

Justo después pudo ver como quien estaba tras la chica en la cola ignoraba por completo la presencia de las dos y se adelantaba hacia la barra para hacer su pedido, algo lógico, ya que se habían puesto ha charlar en medio de una cola y la gente era demasiado violenta cuando esperaba algo, sobre todo si se trataba de comida. -Valla, que mal. Pero bueno. No se acaba el mundo, ¿no? Podrás comerlo mañana...- Intentando que la chica se lo tomase de la mejor manera posible, algo que por otro lado era difícil a veces. Pues ella sabía lo mucho que podía fastidiar estar a punto de tener algo y que en dos segundos desapareciera de tu alcance como si nunca hubiera existido. Pero a fin de cuentas se trataba de un croissant y no del mayor tesoro del mundo. Al siguiente día habría más detrás de aquel cristal y seguramente la chica llegaría a tiempo para tomarlo. La curiosidad de Kendra estaba ahora en si probaría o no ella misma el croissant, pues era un poco grande, pero dudaba que llevara algo de carne.