Droga matutina

No había demorado nada en ducharme, ese día en particular mi humor estaba como el de un niño. Se acomodaba al de cualquier persona que tuviese en frente; es cierto que era una persona sumamente manipulable, cedía ante el mínimo guiño y es que no sabía decir no -como decía mi padre-; pero bueno, para rematar aquella gran característica mía, hoy estaba un mas fácil de manipular que otros días. Razones para ello habían muchas pero la que seguramente la principal era la añoranza, jamás paraba en casa viajaba constantemente, pero siempre regresaba aunque fuese por unos días, era en casa donde me sentía mas cómodo, era como una visita más que como un dueño de casa pero la forma en que me trataban nuestros empleados era mucho más cariñosa que la de cualquier otra persona.

Con tales cosas rondando en mi cabeza salí del pequeño departamento rumbo a Stabucks, yo no cocinaba, jamás en mi vida me daba el tiempo de hacerlo y cada vez que lo intentaba terminaba tirándolo a la mitad de tiempo a la basura, porque no tenía la paciencia de esperar por comida, mejor iba a un restaurant y ya. El desayuno entonces no sería la excepción. Me planté en la cafetería saludando de forma amable y quizás si un poco de charlatán a la tendedera que me miraba con una sonrisa de esas que sabes no es tan desagradable tu presencia frente a ella, e indicó que cualquier cosa extra que quisiera solo la pidiera. Bien, seguro que más tarde le dejaba mi numero o twitter para que me contactara, un polvo con una desconocida era todo lo que necesitaba para olvidar la añoranza de mi hogar como un niño pequeño. Me senté en una de las mesas cercanas al ventanal y bebí del vaso mirando el periodico de un hombre que estaba un par de mesas mas allá de mi.

Bebía de mi café sin demasiada emoción, mirando como dije antes el periodico de aquel hombre que me miraba de reojo como si quisiera yo robarle su tonto papel, claro que estaba equivocado, yo solo queria estar informado. Pero bien, así era yo y aquello por lo tanto no me intimido, era entonces cuando llevaba el café hacia mis labios que una figura bastante atractivo se cruzó por enfrente de mis ojos y me hizo sonreir. La conocía lo suficientemente bien como para saber de quien se trataba.

-Eh!! Mía!-

Grité lo suficientemente fuerte como para llamar la atención de la mitad del lugar y obviamente de quien me itneresaba, le regalé una sonrisa y me levanté de mi puesto para acercarme hasta ella. Una vez ahí, me senté en la silla que estaba libre en su mesa y alcé las cejas con una sonrisa picara.

-No sabía tenias tan malos hábitos, como yo.-