· El hombre más fuerte es el que más resiste la soledad.~ [Kutzu]

En ese preciso momento todos los seres humanos que existentes en la fas de la tierra eran unos idiotas para ella, detestaba a todos los que osaron cruzarse en su camino durante la larga e irritante jornada. No era broma decir que mataría al próximo que le preguntará algo, tampoco era nuevo verla con ese humor que ni ella misma soportaba, es que realmente su paciencia estaba menos cuatro y su control peor. Rechinó los dientes, saliendo de la habitación, no quería nada, solo estar sola un momento y pensar en el entupido proyecto de diseño, el que seguramente le costaría nada hacer y el cual destacaría por sobre el resto, es que claro, su madre no solo sugirió, si no que la obligo a tomar clases extras, ahora, ella era el pequeño cerebrito dentro de sus clases y el centro de atención de todos. ¿Qué demonios? Ella solo quería ser la chica que nadie observa, aunque claro, luego de los primeros años y sus arranques de ira, toda la universidad sabía sobre ella y aquel recuerdo provoco una mayor irritación.

Paso con sigilo por el pasillo para salir de esa cárcel llamada universidad, era claro, a esas horas nadie salía de las habitaciones, aunque por supuesto, no es que los jóvenes estuvieran solos en cada alcoba, no, dentro de cada una de ellas existía un mundo diferente, con algún lío amoroso o alguna fiesta privada. Kutzu detestaba esas cosas, no es que fuera una amargada, no, para ella la diversión era entre dos, con juegos que para muchos eran demasiado descontrolados o descabellados, es que tener tanto carácter como ella solo provocaba que los hombres salieran corriendo, por eso muchas veces prefería a las mujeres, ella aceptaban de mejor manera su alter ego masculino. Una leve sonrisa se curvo en sus exagerados labios rojos y paso con descuido sus dedos por la cabellera que luego tomo formando un noño que escondió dentro de su sombrero. Ahora necesitaba paz para despertar a ese Jonathan Barnbrook dormido y crear algo tan extravagante como los diseños del hombre en sus mejores años, sin embargo sus pasos solo la llevaron hasta el auditorio, cual como siempre se encontraba bajo mil llaves que ella con un poco de ayuda logro evadir.

La oscuridad silente era lo mejor de aquellos sitios por la noche, más cuando deseas olvidarte de todo y salir de tu cuerpo para vagar por universos paralelos donde todo tiene un matiz mucho mejor. No obstante luego de unos segundo un sonido llamo su atención, su seño se frunció y la expresión en su rostro se volvió curiosa, tanto así que se atrevió a ir en busca del eco, al diablo ser descubierta, no seria la primera vez que se paseaba por lugares prohibidos a esas horas de la noche. Cruzo sus brazos, observando con detención la figura masculina sobre una de las butacas que la observaba con una silenciosa pregunta en su rostro, Kutzu apoyo ambas palmas sobre su cintura y susurro.─ Lo mismo pregunto… ─Sus hombro se alzaron y se acerco al desconocido sin el mínimo temor, al fin de cuentas ella estaba loca, encontrarse con alguien como ella no seria una sorpresa.