Un paziente speciale {Alex Mercer}

La hora del almuerzo finalmente concluyó, avisando así que era tiempo de volver al trabajo. Luego de recoger el frapuccino y la dona de chocolate, sin probar aun, Alyssa, volvió al consultorio, a pasos firmes y seguros, saludando a todo aquel que veía conocido, siempre con una sonrisa en el rostro. Una vez que la rubia entro a la oficina y se sentó de nuevo a trabajar en la MacBook, recordó que en poco tiempo, tendría un paciente bastante...especial, el Director Mercer, quería hablar con ella, no por nada malo, solo charla, de cualquier cosa, aunque ella esperaba que fuese eso y no una verdadera consulta.

Suspiró dejando la bebida caliente a un lado, y la dona en otro, se reprochó a si misma el estar comiendo demasiados dulces. Todo estaba más que ordenado en su lugar de trabajo, y ella, esperaba también estar presentable, estaba usando el cabello lacio y debajo enrollando, un vestido azul de tirantes gruesos, con una chaqueta de cuero corta a juego con sus zapatos cerrados, poco maquillaje, nada exagerado, exceptuando el labial, que hoy, solo era color rosa pálido.

Pasaron unos segundos más y unos nudillos tocando la puerta se sintieron a través de la tranquilidad y el silencio, Alyssa río bajito, cruzando las piernas y recargado su espalda en su asiento de cuero negro – Adelante – exclamó con voz dulce cantarina con el notorio acento italiano, muy propio de ella.

La puerta se abrió, revelando así, la masculina silueta del buen director Alex Mercer, el cual ella recibió con su enorme y afable sonrisa, la que nunca le abandona del rostro, hasta el momento de llegar a su casa, ahí la expresión de alegría, ya no tenía sentido mantenerla, la que vivía con la soledad, esa era ella.

Al parecer el señor Mercer, estaba de un humor excelente hoy, lo cual parecía ser bueno – Buenas tardes Mr. Mercer ,si, finalmente podemos encontrarnos – concluyó ella parpadeando un par de veces, viendo en los ojos su acompañante su propio reflejo, por lo menos no se veía hostil ni malhumorado, por los pasillos corrían ciertos rumores de que era un hombre obstinado, pero a Alyssa le parecía alguien normal, quizás tenía días malos, como todos – Tome asiento – dijo animosamente pensando su siguiente respuesta – Nada fuera de lo normal, son chicos, ya sabe, por lo demás, creo que todo va bien – contestó repasando mentalmente su primera semana en Harvard – ¿Como…stai voi? – interrogó riendo un poco, su inglés no era muy bueno, pero ahí iba ella, balanceo su pierna cuando el tomo asiento, bien, la rubia podía asegurar que no era nada malo, eso le alivio.

Los chicos siempre serán chicos, incluso nosotros. Alyssa no podía estar más de acuerdo – La infancia es el reino donde nadie muere – fue su respuesta, con aquella frase, la cual era una de sus favoritas, le dio a entender al director que sus opiniones no eran distintas. El buen humor de su paciente, era bastante contagioso, pero no era una mala sensación, al contrario, todas esas energías positivas eran bien recibías para la rubia. Algo había que admitir, y era que Harvard tenía un director muy bien parecido, todos los rumores de pasillos, se quedaban ahí, ella creía que las personas se llegaban a conocer por el tiempo y no había que dejarse guiar por comentarios de los demás, daba pie a informaciones falsas y exageradas, nada que ver con el tipo de persona que Alyssa era.

Asentió, no le sorprendía que él supiese otros idiomas, estaba casi segura de que él también era extranjero, por lo que no se sentía tan extraña ahora. Se preguntó ¿De cuál otro idioma tendría conocimiento el director? Se veía a leguas que era alguien capacitado, culto e intelectual, la clase de hombres con el que ella alguna vez saldría, alguna vez no muy lejana, esperaba.

La curiosidad hacía mellas en su interior, pero decidió reservarla para más tarde, soltó una carcajada cantarina ante sus palabras – Oh, no se preocupe mi inglés es…come si dice? Bastante…malo – si, definitivamente su inglés no había mejorado mucho en los últimos seis años – Bien, encantada de recibirlo ¿Qué le trae por aquí? – interrogó sonriendo, al parecer él la estaba pasando en grande, jugo un poco con la pluma que tenía entre sus manos, observándole curiosa.

Alyssa enarcó una ceja ante las sencillas palabras del director, pero llenas de millones de preguntas, en su interior estaba algo decepcionada ¿Es que él hacía caso a los rumores que corrían sobre su persona por la universidad? Aunque siendo sincera, ni ella misma sabía cuáles eran, pero a veces mientras caminaba por algunos pasillos, era capaz de darse cuenta de las miradas que recibía – Oh… ya veo – musitó pensativa, mientras movía la pluma entre sus dedos y balanceaba su pierna lentamente – ¿Y podría saber cuáles son esos…diceria – le interrogó con una sonrisa de intriga en sus facciones finas.

Debía ser franca, su presencia le atraía, siempre había sido una chica curiosa y ansiosa de aprender cosas nuevas, y en definitiva, quería descubrir el enigma de Alex Mercer, aunque eso le costara un poco de tiempo, dado que él parecía ser reservado, eso solo aumentaba su intriga, y le desesperaba sentirse privada de información interesante.

La rubia intentaba analizarlo en un primer plano por todos los medios, pero era casi imposible, se sintió mal educada – ¡Oh, qué negligente soy! ¿No desea tomar algo? – preguntó sonriendo con algo de vergüenza, sintiendo como el rubor corría por sus mejillas furiosamente, esa parte, lo detestaba, se sentía vulnerable y no era algo que le agradase mucho.

Él se preguntaba si había escuchado rumores sobre su persona, una interrogante más que obvia, pero aun así, Alyssa decidió que no se los diría, quería darse cuenta ella misma de cómo era Alex Mercer – Un par, quizás – dijo al fin en tono algo jocoso, dándole otro pequeño sorbo a su bebida, ya estaba fría, así que haciendo una leve mueca la tiró en la basura cuidadosamente, no quería manchar nada, y no había algo que odiase más, que un frapuccino frío, le provocaban incluso náuseas.

La rubia, le miró fijamente a los ojos a su acompañante, no podía evitarlo, su personalidad y su aspecto eran atrayentes para ella, y cabía destacar, que antes no se había sentido de esa forma con nadie más, tenía que ver el hecho del poco tiempo que dedicaba a si misma – Pero…como he dicho antes, no soy mujer de darle importancia a rumores, seguramente usted tiene mejores cosas que decirme de sí mismo ¿no es cierto? – arqueo una ceja simétricamente, aun con la sonrisa afable en sus labios, en su otra mano, la pluma seguía dando vueltas sin cesar.

– Aunque…dicen que es mejor cuando conoces a una persona, en un principio, porqué cuando te encariñas…le empiezas a ver menos defectos de los que en realidad tiene – aquello lo dijo más para sí misma que para él, de todas formas no tenía un significado en su vida, después de todo su familia estaba llena de defectos que partían desde ella misma, o eso creía.

Asentí, muchos en realidad, los rumores que corrían por el buen director Mercer, no eran exactamente muy buenos, tenía fama de conquistador y que más de una alumna había pasado por su cama, claro, no iba a ser tan imprudentes de decirlo ¿no?

Sonreí ante sus palabras – Las personas son como un Iceberg, solo vemos una pequeña parte de lo que en realidad son – acomodé un mechón de mi cabello aun conservando mi firme mirada – Todo depende de lo que usted esté dispuesto a revelar, con eso, se verá lo que puedo estar interesada en conocer de su historia – en sus ojos y sus facciones se podía notar que me estaba retando, y esas cosas eran mi debilidad, aunque no iba a decirlo, nada que me hiciese ver vulnerable, en ese aspecto me cuidaba mucho. Me agradaba, era enigmático, con un toque de diversión en su personalidad, pero sobre todo parecía ser bastante culto e inteligente, eso me fascinaba indiscutiblemente.

Francamente quede sorprendida ¿Me estaba invitando a salir o eran cosas mías? No, definitivamente me estaba invitando a salir, sin duda un conquistador empedernido, nunca había salido en una cita, no que yo recordase ¿Qué podía perder? Me atraía, le atraía, iba a hacerlo – ¿Cómo en una cita? – dije divertida mordiendo ligeramente mi labio inferior – Seguro ¿Qué tal hoy después del trabajo? ¿Le parece? – había que incentivarle, digo, no iba a estar esperando que el diese el primer paso siempre, ¿no?