En que estabamos? -Lorea(+18)

¿Podía mejorar la situación tras lo ocurrido en el taxi? La respuesta estaba clara. En cuanto el coche se alejó comenzamos a dar rienda suelta a la pasión que habíamos encerrada. Me sorprendió muy gratamente cuando Viktor me cargó mientras acariciaba mi cabellos y espalda. No tardé un instante en responder a su acto rodeándole con mis piernas para que pudiera sujetarme mejor además que eso me permitía estar más pegada a él. Notaba como mis pechos se presionaban contra su cuerpo mientras mis dedos se entrelazaban con su cabello y mi boca buscaba la suya sedienta de sus besos.

Conseguimos llegar hasta su departamento tras un par de maniobras y cerró el pestillo para asegurarnos que nadie nos molestase. Mi vestido quedó desabrochado en segundos y mis brazos no tardaron por deslizarse entre los tirantes haciendo que el vestido cayera hasta la altura de mi cintura. Con un golpe seco mi espalda se encontró con la pared de la habitación. Aproveché el estar apoyada para desabrocharle los botones de la camisa y tirarla a un lado. No pude evitar sonreír mientras lo hacía al pensar que eso mismo había ocurrido unas horas antes en otro lugar diferente. Le volví a agarrar del cabello haciéndole la cabeza a un lado. Aproveché para morder prácticamente cada milímetro de su cuello mientras mi otra mano recorría su espalda trazando líneas irregulares con la yema de los dedos fuertemente presionada sobre su piel. Nada ni nadie podría estropearnos este momento que era sólo nuestro.

Dejé de sentir el frío tacto de la pared en mi espalda. Comenzamos un nuevo recorrido hasta el baño, donde Viktor me bajó al suelo, mientras de deshacía de mi sujetador. Una vez de pie, el vestido se deslizó sólo por mi cuerpo, haciendo que quedase sólo con la parte de abajo de la ropa interior. Me quedé apoyada en el marco de la puerta observando como preparaba la bañera para que fuera nuestro próximo escenario.

Noté su mirada fija en mi cuerpo, en ella se veía lo mucho que le gustaba. Y, antes de poder hacer nada, ya lo tenía nuevamente sobre mí. Sus labios recorrieron mis pechos para después dejar paso a su lengua. El tacto húmedo que tenía contrastaba con el calor que irradiaba mi cuerpo en ese instante. Me separé de él mientras le desabrochaba nuevamente los pantalones. Caminé hacia atrás mientras le hacía señas seductoramente con el dedo índice para que se acercara, y pegué un pequeño brinco para acabar sentada sobre el mueble del lavabo apoyando la pared contra el espejo. Tenía un cuerpo tan tremendamente perfecto que no podía dejar de contemplarlo mientras esperaba ansiosa que volviera entre mis brazos.

Sus manos volvían a estar sobre mí, parecía como si mi piel y la suya se atrajeran mutuamente. Sentía el calor que irradiaban nuestros cuerpos al estar de nuevo tan cerca el uno del otro. Me acercó a él aún más y comenzó a besarme el hombro y cuello. El tacto de sus labios sobre mi piel era electrizante, aún no terminaba de acostumbrarme a esa maravillosa sensación.

-Entonces-dije mientras mi lengua caminaba desde su cuello hasta su oreja. -Sucumbe a la tentación-le estaba dando vía libre para que realizase todas sus fantasías conmigo.

Enrosqué mis piernas al rededor de su cintura y sentí como su pene comenzaba a ponerse erecto. Mi boca buscaba la suya desesperada y mi lengua sólo deseaba jugar con la suya. Las yemas de mis dedos presionaban su hombro y comenzaron a deslizarse por todo su brazo. Notaba mis pechos aplastados contra su torso y mi mano jugueteaba con su cabello.

Al colocar mi mano sobre su boxer noté como su miembro comenzaba a ponerse erecto, así que comencé a acariciarlo para luego meter mi mano por dentro y comenzar a hacer movimientos hacia arriba y abajo para proporcionarle más placer mientras me mordía el labio juguetona.

Sonreí ampliamente cuando me llevo hasta él y consiguió quitarme la última pieza de ropa que me quedaba encima. Cerré los ojos cuando comenzó a acariciar todo mi cuerpo y así sentirlo mejor. Posé mi dedo pulgar sobre su torso desnudo para hacer que retrocediera ligeramente. Dí un pequeño salto y bajé del lavabo. Agarré nuevamente su cabello con la mano atrayendo su boca a la mía. Le besé apasionadamente y luego mis labios comenzaron a bajar por su cuerpo pasando por su cuello y torso hasta llegar a sus boxer que impedían que llegara a su destino. Le quité lo que le quedaba de ropa y agarré su pene para luego metérmelo en la boca y comencé a jugar con mi lengua.

Adoraba sus roncos gemidos. Eran la prueba de que le gustaba lo que hacía, además, tenía una voz de lo más sexy. Me quedó completamente claro que le encantaba lo que hacía cuando tomó mi cabeza y introdujo más su miembro en la boca. Me gustaba ese cambio de quién lleva el control en la situación. Continué lamiendo su pene y me dí cuenta que estaba a punto de llegar al orgasmo pero se había contenido. Era hora de volver a cambiar.

Saqué su pene de mi boca con delicadeza para luego darle un pequeño beso en la punta y coger de la mano a Viktor. -No podemos desperdiciar ese baño-dije sugerente.

Me metí dentro de la bañera y comencé a refrescarme un poco. Notaba como las gotas de agua helada dibujaban líneas irregulares en mi piel. Me tapé con la cortina de la ducha mientras le indicaba que viniera divertida. Creo que era la primera vez que me acostaría con alguien en una bañera y estaba más que ansiosa, si a eso le sumamos que sería con el posible nuevo chico de mis sueños, esto solo podía ir a mejor.

Nuestros cuerpos volvían a estar pegados, como si fueran imanes atrayéndose. Notaba sus manos nuevamente recorriendo mi piel sin rumbo mientras las frías gotas de agua provenientes de la ducha le hacían la competencia. Sus dulces labios luchaban con fiereza contra los míos a ver quién podía más. Notaba como su pene rozaba mi clítoris, lo cuál me excitaba en demasía.

Mi espalda se encontró contra la fría pared de baldosas del baño mientras le atraía a mí agarrándolo suavemente por el cuello. Mi boca buscó nuevamente la suya, mis senos se encontraban presionados contra su pecho y mis dedos recorría cada milímetro de la piel de su espalda. Me agarré a su cuello y, mientras le mordisqueaba la oreja, di un pequeño salto para que me agarrara. Mi piernas se encontraron nuevamente al rededor de su cintura, ya conocía el camino de sobra. Continué besándole apasionadamente enredando mis dedos en su cabello mojado, era algo que no podía evitar. Cada vez que mis labios se separaban de los suyos, mi mirada embelesada se encontraba con la suya pidiéndole más.

Adoraba cuando decía mi nombre. Sonaba tan extremadamente bien cuando salía de sus deseados labios que incluso hacía que la piel se me erizaba cuando lo pronunciaba. Sus dientes dejaron atrapado mi labio mientras, tras hacer un movimiento con mi espalda, comenzó a penetrarme nuevamente. No pude evitar que se escapara un gemido ahogado de entre mis labios. Su mirada se encontró con la mía mientras dejaba escapar mi labio inferior de su cautiverio suavemente. Su mirada era hipnotizante, estaría lo que quedaba de noche mirándole a los ojos sin cansarme.

Mis brazos rodearon nuevamente su cuello. Mi labios se posaron sobre la comisura de los suyos y siguieron su camino por su mejilla y pómulo hasta llegar a su destino: su oído. -Me encantas-susurré repitiendo nuevamente sus palabras en la discoteca. Mordisqueé su lóbulo para luego ladear suavemente su cabeza. Allí estaba el chupetón que le había hecho rato antes, intacto y permanente temporalmente. Comenzar a morder su cuello, primero suave y luego más fuerte, sin llegar a hacerle daño. Sentía su miembro dentro de mí y empecé a mover la cadera delicadamente para dar rienda al placer y la lujuria.

Mi respiración comenzó a acelerarse al tiempo que lo hacían sus movimientos. Notaba su miembro entrar y salir de mi vagina con rudeza lujuriosa. Notaba mi corazón bombear más rápido a medida que la excitación por el momento subía. Las gotas de agua impactaban sobre nuestra piel complementando la situación. Sus jadeos se complementaban con mis crecientes gemidos en una melodía perfecta. La rudeza con la que lo estábamos haciendo esta vez me incitaba a morder y arañar con ferocidad su cuerpo, así que eso hice.

Mis uñas recorrieron su espalda dejando pequeñas marcas superficiales que, casi con total seguridad, a la mañana siguiente habrían desaparecido. Sus salvajes embestidas me cortaban la respiración deseosa de más mientras le aprisionaba con mayor fuerza entre mis piernas. Me mordía el labio inferior a causa del placer que sentía y me estremecía involuntariamente. Posé mis manos sobre sus hombros, cerré los ojos e incliné la cabeza hacia atrás sintiendo cada embestida en mi interior.

La velocidad con la que movía su pelvis seguía en aumento. Notaba como cada vez sus embestidas eran más profundas y el ritmo se aceleraba al máximo. Tenía ganas de morder, de arañar, estaba a punto de llegar al clímax por segunda vez en la misma noche. El sonido de sus jadeos, el agua contra nuestros cuerpos, el calor de su piel, el sabor de sus labios, todo comenzó a desaparecer. Un más que audible gemido salió disparado de entre mis labios sin yo darle permiso, la rudeza con la que lo habíamos echo me había excitado en demasía, había llegado al orgasmo.

Cuando se aferró a mi me sentí completa. Ambos estábamos exhaustos y se notaba en nuestros jadeos. Le rodeé el cuello suavemente mientras besaba mi cuello y mi cabeza se apoyaba en su hombro. No quería que ese momento acabara jamás. Le había cogido bastante cariño en las pocas horas que lo conocía y no quería ser una chica más en su lista. -¿Nos tumbamos en la cama?-susurré mirándole a los ojos mientras le cogía la mano y le daba un tímido beso en los labios.

De la manera más caballerosa posible, considerando la situación en la que estábamos, me había ayudado a salir de la bañera ofreciéndome una toalla. Me sequé ligeramente el cabello para luego enrollarla al rededor de mi cuerpo y que así fuera absorbiendo el agua que me empapaba la piel. Tomé su mano y nos dirigimos hasta la cama, donde nos tumbamos, juntos.

-Extremadamente divertida-contesté a sus palabras recordando por todo lo que habíamos pasado en aquellas horas.

Una sonrisa iluminó mis labios al mirarle. Adoraba su mirada. Esos ojos marrones me cautivaban e hipnotizaban. Era sorprendente pensar que no le conocía ni siquiera de hacía veinticuatro horas y ya me sintiera extremadamente cómoda y a gusto a su lado. Muy, pero que muy pocas veces me había ocurrido algo así. Imité su gesto y me coloqué de lado para observarle mejor, apoyando mi cabeza sobre mi mano.

-¿Qué piensas?-fue lo único que se me ocurrió en aquel momento para romper el silencio que se interponía entre nosotros.

No pude evitar sonreír ante su, casi obvia, primera respuesta. Supongo que si me lo hubiera preguntado mi también así de repente, hubiese contestado lo mismo. Pero vi como sopesaba momentáneamente una respuesta mejor. Me coloqué bocabajo y sujeté mi cabeza con el brazo para poder mirarle.

-Pienso que hiciste bien en salir esta noche-confesé. Yo estaba acostumbrada a las discotecas, el ruido estruendoso, los borrachos, pero él no. Y ahora daba gracias porque hubiese hecho algo diferente y nos hubiésemos conocido. -Y también pienso que ha sido una de las mejores noches que he tenido hasta el momento-no mentía, era la verdad. Vale que las discotecas habían sido como mi segunda casa un par de años atrás, pero todos los chicos que conocía eran de todo menos lo agradable que era Viktor. Me sentía bastante a gusto a su lado.

Me acurruqué abrazando la almohada. Estaba bastante cansada por todo lo que habíamos pasado en aquellas horas. Así que el sueño me podía. -¿Te importa que me quede?-pregunté tímidamente. Normalmente me hubiese ido a la primera de cambio y sin avisarle, pero no quería salir de allí.