Extrañaba esto (Ashley Rickford) +18

El día a día se le estaba haciendo monótono. La vida de ama de casa era tan aburrida, y si a ello le sumabas que no hacía nada, aparte de disfrutar de sus hobbies, cada día parecía un mes. Quería que Demian regresará de su viaje. Hacía ya mucho que no lo veía y apenas tenía noticias de él. Alguna noche se había quedado sin dormir pensando en que algo le podñia haber ocurrido. Pero conocía a su marido de sobra y era capaz de cuidar de sí mismo mejor que lo hacía ella de sí misma.

Aquel día estaba siendo otros de aquellos tan inactivos. No le apetecía hacer nada, pero al mismo tiempo deseaba poder tener algo que hacer. Al escuchar su teléfono dudó en si atender o no, pues esos días había recibido llamadas de alguna conocidas que la invitaban a ir a lugares que no le atraían mucho. Por suerte decidió atender y se alegro de haberlo hecho. Su marido había regresado y la citaba en su restaurante favorito, al que hacía mucho que no iba. Demian sabía como culminar su llegada.

Estuvo arreglandose lo mejor que pudo. No quería que su marido tuviera una mala impresión nada más verla. Aunque ya la había visto en todos sus peores momentos. Pidió que el coche la esperára en la entrada mientras terminaba de arreglarse. Y finalmente se puso en marcha. Al llegar y entrar al restaurante estaba el maître de siempre. - Es un placer volver a verla, señora Rickford. Su marido la está esperando. le dijo haciendo una pequeña reverencia a la que Ashley respondío con una sonrisa. - Entonces dudo que sea mi marido. dijo en broma, que el maître siguió con una sonrisa y la acompañó hasta la mesa.

Tanto tiempo sin ver a su marido le hizo ponerse nerviosa como si fuera la primera vez que iban a cenar juntos. Pero es que Demian siempre la hacía sentir como una adolescente. La trataba como una reina, como si su relación estuviera atrapada en los primeros años y nunca tuvieran fin. Y aquella sensación no la cambiaba por nada. Cuando llegó a la mesa esperó a que su marido se levantara para recibirla y se acercó a él dandole un efusivo beso en los labios. - Hola cariño. Te he echado de menos. Que bien que ya estés aquí

Hizo no ver como su marido guardaba rapidamente el teléfono. No le hacía gracia el que estuviera atento a cada sonido del teléfono constantemente, pero entendía que era su trabajo. ¿Cómo iba si no a proporcionarles la vida que llevaban? A veces creía no agradecerle lo suficiente por lo que hacía por ellos.

Demian no estaba acostumbrado a esperarla, solía ser ella la que le tocaba aquel papel. Era por eso que se había demorado tanto, además de que se había esforzado por estar impecable para él. Sin embargo allí estaba, radiante al hacer acto de presencia. Recibiendola con su suave, al mismo tiempo que decidido, abrazo, correspondiendole al beso. Sentía aquel cosquilleo que le recorría el cuerpo para vez que llevaban tiempo sin verse y se reencontraban. la hacía suspirar, y sonreir pletórica. -No desearía que fuera de otra manera Obsevó su reacción, lo que le hizo enarcar una ceja unido a una mirada divertida. Escuchaba los pasos sordos del maître que se marchaba y le pilló por sorpresa el besó apasionado que recibío con brío.

Rió ante aquella reacción. Era demasiado tiempo para ellos el que habían estaado separados. Pero era más difícil de soportar para Demian. Pasó sus manos por la chaqueta, desabrochando los botones e introduciendo las manos bordeando su cintura acariciandole. Todo ellos correspondiendo al beso que no cesaba. - De saber este reencuentro hubieramos ido directamente a casa. Dijo al separarse y mirandole a los ojos tentándolo, mientras sus manos acariciaban su cintura por encima de la ropa.

Pasando las manos a su alrededor notaba el buen físico de su marido. No entendía como podía mantenerse en forma estando tan ocupado constantemente, pero sabía que Dam sacaba tiempo de donde fuera para esta perfecto. No sabía decir si era un defecto una cualidad suya. A veces se obsesionaba demasiado, pero por otra parte agradecía que se mantuviera. Para decirle cuando se pasaba con el ejercicio ya estaba ella. no había nada que no pudiera controlar en su marido.

Se mordió el labio divertida al escuchar como Dam la prevenía de donde se encontraban. - Eso nunca te lo ha impedido Ni él se lo creía. No sabía ya ni las veces que los lugares públicos habían sido sus lugares predilectos para desatar su lujuría. Pero en cuanto escuchó su estómago rugir entendió todo. No pudo evitar reir por aquella interrumpción improvista escondiendo su cara en el cuello de él.

Le dió un beso en el cuello cuando notó sus manos bajar y se separó mirandole. - ¿Ya no te importa que estemos en un lugar público? Movió sus manos, recorriendo su torso hasta posarlas en su pecho. - Nos quedaremos para saciar tu hambre. Pero luego deberás saciar la mía. Dijo mirandole tentadoramente y jugando con los botones de su camisa.

Contenía su risa al escuchar los incesables rugidos que emitía el estómago de Dem. Estaba siendo cruel alargando el momento hasta la cena. Siempre procuraba mantener contento a su marido y con aquello no lo estaba acatando. - No puedes negar lo evidente. dijo siguiéndole la broma.

Los sonidos provenientes del estómago de su marido se volvían contagiosos y sentía que su estomágo tambien rugía, aunque no emitían ningún sonido. Y aunque los emitiéran los de Dem los camuflarían. - No lo dudo. Siempre cumples. Pero antes repone fuerzas, que no quiero que decáigas.

Se acercó hasta la silla que le apartó y se sentó. Mientras Dem tomaba asiento y esperaban al maître Ashley preguntó a su marido sobre sus hijos: - ¿Has tenido noticias de Kass o Mathew? Ella era la que estaba cerca todo el tiempo y sin embargo no sabía nada de la vida de sus hijos. Comprendía que eran jovenes y vivían la vida como si fuera a terminarse, pero ¿tanto les costaba ponerse en contacto con ella?

Se había acomodado en la silla intentando calmar un poco su cuerpo que había comenzado a acalorarse tras el encuentro. Aquello no era bueno para ninguno, aunque mucho menos para su marido. Pero cuando Dem le susurró y sitió el mordisco que la hizo estremecer y morderse el labio para evitar que se le escapara algún sonido poco adecuado para el lugar.

Se quedó observando el menú sin leer ni una sola palabra que estaba impresa. Ya sabia que era lo que quería, hacia tiempo que se le antojaba, pero con la presencia del maître lo mejor era disimular, o al menos intentarlo. - Eso no impide que contactes con tus hijos. Y cayó cuando decidió pedir. Al escuchar el último comentario que hizo su marido levantó su mirada del menu sorpredida y con la boca semiabierta esbozando una sonrisa. Negó con la cabeza reteniendo la risa que a punto estuvo de proferir. - Yo quiero la ensalada de salmón ahumado.

Mientras el maître apuntaba el plato, Ash se descalzó el pie derecho y lo acercó a la pierna de Dem, subiendo lentamente arriamdose a su entrepierna sin llegar a tocarla. Quería ponerle en un apuro para el momento que pidiera su plato. Jugar un rato le sentaría bien.

Estaba disfrutando más de lo que imaginaba llegar a hacerlo. Recorría con su pie los alrededores, rozando levemente su entrepierna de vez en cuando para ver su reacción. El maître parecía confuso por el comportameinto de Dem, lo que hacía la escena más entretenida.

Apretaba los labios intentando contener la risa mientras su marido se debatía entre hablar o dejarse llevar por sus caricias. Cuando la miró sonrió de manera dulce a la vez que pícara. No se podía controlar y tampoco negarse a sus caricias. Cuando finalmente pudo pedir apresuradamente, el maître salió del privado, por lo que Ash pudo al fin reirse.

- Entonces tú eres un gran pecador. le contestó con un tono burlón sin dejar a un lado su mirada incitadora. - Admite que lo has disfrutado tanto o más que yo Y acto seguido dirigió su pie directamente a su entrepierna sin tapujos. No tardarían en servirles los platos y no cesaría el juego hasta que los tuvieran en la mesa. Hacía mucho que no era su marido quien se encontraba en un aprieto en público. Solía ser él quien la provocaba a ella. Esa era revancha y su castigo por su ausencia.

Eso era lo que más le gustaba de él. No se enojaba por dejarlo en evidencia, si no que se unía a ella en el juego, completandolo con su toque seductor que tanto lo caracterizaba. - Oh, si... pobre corrompido Dijo con un tono irónico. Ni él se creía esas palabras. Su personalidad seductora con cualquier mujer que se le cruzara por el camino, antes de se conocieran era famosa en su entorno. Nunca creyó que sería ella quien sería capaz de volverlo un hombre monógamo y fiel.

Sonrió dichosa al ver el saltó que le provocó el contacto de su pie, y en ese momento entró la comida. Ashley tenía que morderse el labio para evitar reir, pero al mismo tiempo mantenía la compostura frente al camarero. Una cosa era poner en un apuro a su marido y otra que el camarero se diera cuenta del lo que ocurría.

Un gesto de fingida y burlona pena se dibujó en su rostro ante el comentario de Dem. -Los casados son los mejores. Aumentan la emoción y tienen más experiencia. Movía los dedos del pie masajeando la zona. ¿Por qué parar ahora? - Vamos cariño. Come. ¿No estabas hace un momento hambriento? Le sonreía disfrutando de todo aquello. Se sirvió un poco de champagne y dió un sorbo. Al apartar la copa de sus labios se los lamió emitiendo un suspiro de disfrute.

El momento se iba animando, y pudo darse cuenta por la tensión que se iba denotando en el pantalón de Dem. Su cometido estaba surtiendo efecto, tal y como esperaba. Verlo tan apurado, con dificultad de articular palabra por el disfrute de sus caricias se lo tomaba como un alago. Además dada la efectividad lo probaría en otras ocasiones mucho más comprometedoras que aquella.

-Tu esposa solo protege lo que es suyo. Y no me extraña... Alzó el otro pie acompañando al otro y continuó con las caricias, esta vez consiguiendo abarcar gran parte de la zona. -Es difícil resistirsete. Es una pena tu fidelidad. Conocía a Dem lo suficiente como para saber que nunca le sería infiel, ni lo había sido. Y sabía que pasar de mujeriego a fiel esposo no debía haber sido fácil. Aquellos juegos, aunque no fueran iguales que una aventura, se acercaban lo máximo posible y le recompensaba el estar con ella a pesar de todo.

A pesar de llevar tiempo queriendo comer el plato que habia pedido, aun no había probado bocado. Estaba disfrutando de aquello demasiado como para acordarse de la comida. Escuchó el comentario de su marido tras probar su plato. No queria parar, pero tampoco quería que no disfrutara de una buena comida. - ¿En serio? y seguido a la pregunta posó de nuevo los pies en el suelo y se levantó, sin siquiera calzarse y se acercó a su marido. No dejó que se levantara, le puso una mano en el hombro y la otra la posó sobre su pecho mientras bajaba lentamente. - Dejame que lo pruebe. Y acto seguido con suavidad el los labios, aumentado la intensidad al mismo tiempo que la mano que bajaba por su torso llegó a su entrepierna a la que acarició al compás del beso.

Solo un poco más. Jugaria un poco más, dejando algo de emoción para cuando hubieran cenado, y asi su marido podría recuperar fuerzas. Claro estaba si se recuperaba de aquello.

Aquel ego que lo caracterizaba. ¿Quién iba a decir que acabaía con un hombre asi?. Demian adorado por las mujeres por ese aspecto suyo, además de su inegable atractivo, pero eso nunca llamó la atención de Ash. El que ahora estuviera casada con él, tras asegurar en su momento de que nunca estaría con un hombre como Demian Rickford, era un tanto hipócrita por su parte. Pero como no iba a querarlo. Lo había descrito de maneras tan extrañas que no se acercaban a la realidad, a quien era de verdad. Lo que antes la distanciaba por su personalidad egocéntrica y superficial, ahora la atraía por los otros muchos rasgos que camuflaban los otros.

Demian no esperaba aquella acción por su parte, pero supo corresponderle efusivamente. Sus gemidos la incitaron a aumentar sus caricias. En ese momento si que iba a arrepentirse de dejarlo todo ahí. Ya no solo era Demian quien la deseaba, si no que ella tambien a él. Había jugado con fuego y al final se acabó quemando. Cuando se separó y sonrió con el comentario de su marido. No le llevaría la contraria, no era el único que deseaba que la cena terminara.

Le dió otro beso mas en los labios y se sentó en su silla tomando por primera vez su cubierto y dispuesta a catar su comida. -¿Podrás resistir hasta que lleguemos a casa? Aquella idea se le estaba pasando por la cabeza sin evitar pensar en que ella no tenía dificultades para disimular su deseo, pero su marido si. Los pantalones eran incapaces de resistir aquella tensión que había palpado hacia un momento. Su casa estaba bastante alejada, pero no lo suficiente como para tomar un taxi. ¿Pasarían de un lugar público cerrado a uno abierto?

Sonreía sorprendida por la rapidez con la que Demian comía. No sabía si retribuirlo al hambre que tenía o que no resistía más. Mientras ella comía tranquilamente, deseaba continuar con aquel juego, hacerlo esperar un poco más. Antes de que se diera cuenta Dem ya habia acabado con casi todo el plato. Nunca lo había visto comer de aquella manera.

Lo observó levantarse, y aunque tenía dudas de a donde se dirigía continuó comiendo fingiendo que no ocurria nada. Lo que no esperaba era que su marido fuera a devolverle todo lo rebido anteriormente. No pudo evitar dejar escapar un suspiro al notar sus besos por su cuello. Sus manos temblaron lo que hizo que el tenedor que sostenía tintineara contra el plato lo que la obligó a soltarlo par cesar el ruido. Algo le decía que les costaría salir de aquel restaurante sin volverse locos.

- ¿Comer? No puedo ni sujetar el tenedor. Dijo respirando con dificultad dado el temblor que recorria su cuerpo provocado por sus besos. Sintió sus manos por su cuerpo, rozando partes más delicadas. Su piel estaba sensible ante todo lo ocurrido. Creía que era solo su marido el que había disfrutado con aquel juego, pero cuando Dem le dedicó a ella su momento se percató de que ella tambien iba a tener dificultades de resistirse.

-El no comer no es... lo que me pone mal. dijo intetumpiendo la frase dejando escapar un leve gemido. Colocó una mano en su nuca, acariciando su pelo mientras movía la cabeza para facilitarle los besos. Creía que era Demian quien le estaba costando resistirse, pero ella era aun mas débil.

Lo que había comenzado con un juego se estaba volviendo cada vez más intenso. Echaba de menos aquella sensación que solo su marido había y seguía siendo capaz de hacerle sentir. El tiempo separados había sido excesivo, y las necesidades de cada uno eran inevitables. Tal vez aquel lugar era demasiado ariesgado, pues en cualquiero momento podían interrumpirles, pero ninguno era capaz de esperar.

Se dejó llevar cuando Dem la tomó de la cintura y acorraló contra la pared. Sus manos se pasearon por la cintura de Demian sacando su camisa para después acariciar su cuerpo. Su respiración agitada aumentó al notar el abultamiento del pantalón de Dem que pegó contra su cuerpo. Alzó una de las manos que se recreaba por su cuerpo y la llevó hasta su nuca para acercarlo posando los labios en su oreja. - Estar tanto tiempo sin poder darte esto... le susurró contestando a su pregunta y mordiendole el lóbulo - Ni esto... Volvió a decir antes de darle un suave mordisco en el cuello que acompañó con su lengua. Mientras la mano que tenía en la nuca bajaba lentamente hasta llegar a su entrepierna, pasando la mano por la erección bastante notable y acariciando la zona. - Ni esto. le dijo finalmente mientras lo miraba con una sonrisa pícara y tentadora.

Ya no le importaba donde estaban, no podía resistirse y no era momento de volver atrás. Aquel era el momento de ellos dos, y nada lo interrumpiría.

Aquella ternura y delicadeza con la que la trataba, al mismo tiempo siendo apasionado y ferviente, la volvía loca. Sabía como hacerla sentir mujer con tan solo el roce de su piel. Y cuando ella le devolvía aquellas sensaciones, la mejor manera que tenñia de demostrarle que lo hacia debidamente era cuando los gemidos emanaban de él como acababa de hacer. Con ello sabía que su marido estaba disfrutando.

-Lo estoy deseando. Sin embargo fue Dem quien comenzó. Lo ayudó a despojarla de su ropa, y aparto con el pie la ropa que quedó amontonada en el suelo. Ash se dejaba hacer disfrutando del tacto de sus labios sobre su piel, y sus manos los hombros y la espalda de Demian impacientes, deseosos.

Su respiración aumentó cuando su boca estaba cerca de la fina y sensible piel de su pecho. En cuanto le desabrochó el sostén lo miró sonriendo por su comentario. Pero la sonrisa pronto se desvaneció dejando paso a un gemido ahogado, temeroso de que pudiera ser escuchado, pero que al mismo tiempo denotaba placer. -¡Demian! Las palabras salieron solas, excitadas y pidiendo más. Sus pezones se tornaron duros al contacto con su boca. Arqueó la espalda acercandose más, si es que podía ser, a su marido mientras sus manos bajaron hasta el pantalón de Dem y lo desabrocharon.

El ardiente deseo por el tiempo de abstinencia, unido al morbo de poder ser descubiertos aumentaba la temperatura de sus cuerpos. Hacia mucho que no lo hacían en un lugar público, y de pronto se encontraban en un privado de un restaurante. Las manos que había desabrochado el pantalon lo bajaron, y una de ellas se introdujo por la ropa interior agarrando el miembro erecto y moviendose arriba y abajo.