Jugando (Libre)

Dentro de un par de semanas tenía un examen de derecho romano que llevaba bastante bien a pesar de que me había saltado las cuatro últimas clases porque había estado enferma. Con la fiebre que había tenido era imposible que hubiera asistido a clase, esa era la única razón por la que faltaba. Nunca me saltaba ninguna clase si no había una razón de peso de por medio y eso que salía la mayoría de las noches, pero una ducha bien fría y un café y como nueva.

Cuando me cansé de estudiar cogí la pelota de baloncesto que tenía en una esquina de mi habitación y bajé hasta la pista de baloncesto para tirar unas cuantas canastas. Siempre era más divertido jugar en grupo pero no tenía a nadie y mejor eso que no hacer nada, si es que yo siempre tenía que estar haciendo algo, no podía parar quieta. A pesar de que el baloncesto no era mi deporte favorito no se me daba nada mal y me gustaba jugar de vez en cuando. Era una chica muy deportista, mis favoritos eran el boxeo y fútbol aunque solía practicar todo tipo de deportes y la mayoría de ellos se me daban bastante bien. Me puse en frente de la canasta, a unos cuantos metros de ella y tiré la pelota que segundos después entró dentro de la canasta.

Suficiente estudio por hoy. Realmente no me molestaba tener que devanarme los cesos memorizando nombres, fechas, y otros datos sobre los fundadores romanos del derecho, si estudiaba esto, era precisamente por que me encantaba, pero todo tiene su límite. La mayoría de mis compañeros de clase estaban a punto de darse un tiro en medio de la frente, es increíble todo el miedo que pueden infundir en ellos los estudiantes de cursos superiores, incluso algunos chicos que van en nuestra clase por reprobar precisamente derecho romano. A mi no me afectaba, no había como. No hablaba casi con nadie aquí dentro, seguía siendo la misma chica reservada y demasiado 'fría' para el gusto de la mayoría de la gente. Siempre me han dicho que soy bastante buena haciendo amigos si se dan las circunstancia y conozco a las personas correctas, sin embargo no ha sido el caso: no he sentido esa conexión instantánea para una amistad con nadie y sigo limitándome a un simple saludo con mis compañeros.

Como sea, tenga amigos o no necesito distraerme un poco o comenzaré a vomitar leyes. No se me ocurren demasiados lugares a los que ir, es impresionante la cantidad de gente que hay en Harvard y todo está lleno siempre. Voy al tablón y consulto los horarios de instalaciones, creo que a esta hora el gimnasio está libre de entrenamientos, y con un poco de suerte, vacío. Regreso a mi habitación para cambiarme a unos pantalones cortos y un polerón de la Universidad y dirigirme al gimnasio. Para mi sorpresa me encuentro a una chica. Me mantengo en la puerta, decidiendo si largarme o no, pero noto que es una compañera de clase. Sonrío y grito desde mi posición.

-Pensé que era la única que se distraía de Roma con el deporte.- reí por lo bajo y entré corriendo a la cancha para agarrar la pelota que en ese instante rebotaba en el suelo luego de un lanzamiento de mi acompañante. La llevé a botes hasta la línea de lanzamiento para posicionarme junto a Isabella (creo recordar que se llama así) y apuntar al aro. Acierto. Sonrío y miro a la chica de lado, no había hablado con ella más allá de un saludo o una que otra pregunta, sin embargo ahora me apetecía divertirme un poco, sólo espero que no sea una chica creída, o demasiado pesada.

-¿Qué hay, Isabella? No sabía que jugabas Basket.- no se nada de tí, en realidad, pero ya que. Agregué para mis adentros.