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Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
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Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
¿Por qué? Simplemente esa era la respuesta que quería responderse a sí misma. ¿Por qué? Cada vez que agarraba su skate siempre terminaba con algún raspón o alguna herida. Nunca nada serio, claro, como una fractura expuesta o esas cosas que había visto en programas televisivos donde veían divertido mostrar lo bonitas y rojas que eran las heridas de los demás. Aunque no era el caso de la menuda rubia, ya era la enésima vez que visitaba la enfermería y siempre por los mismos motivos. La última vez habían tenido que llevarla a un hospital para cerciorarse que sus huesos estuvieran en su lugar correspondiente luego de haber caído de una rampa de unos tres metros aproximadamente. También le habían dicho que tenía que utilizar el equipo de seguridad adecuado como el casco, las rodilleras y esas cosas pero la terquedad de Vita era mucho más grande. Hasta que ella no se hiciera algo grave y que no la dejara en cama por lo menos un mes entero, no tomaría las precauciones necesarias para practicar aquel deporte extremo. Lo bueno de aquella vez es que podía caminar sola y no colgada del hombro de alguno de sus colegas. Así llamaba a sus amigos, eran sus colegas, sus compañeros y como su hermanos. A pesar de que caminaba sola, habían decidido acompañarla hasta la enfermería de la Universidad. En todo el camino ella hacía bromas sobre su nueva herida, una quemadura importante pero que no era del todo grave. –Van a ver cómo se va a morir la enfermera. De seguro dirá que la próxima vez se me verá el hueso- decía con tono bromista. Y todos ellos respondían que tendría razón si su réplica era aquella, pero Vita solamente negaba con la cabeza.
Y allí estaba, con su skate debajo de su delgado brazo sentada en una silla esperando a que la atendieran. Llevaba una camisa a cuadros roja y negra, una remera de tirantes debajo y un jean gastado. Una de las piernas de ese mismo jean estaba hecha pedazos y se podía ver en su gemelo izquierdo la quemadura en su piel causada por la fricción del pavimento. Por lo menos se había desplazado unos cinco metros en su caída y por eso tenía la pierna en aquel estado. Cuando la enfermera la vio sentada, Vita le sonrió con amplitud queriendo comprarla de aquella manera. –Rosie, juro que ésta vez no es nada grave- se defiende antes de que la mujer comenzara a darle un sermón. De todas formas cuando desinfectara su herida iba a disfrutar con ello, porque estaba cansada de decirle que tenía que cuidarse un poco más. Palabras que entraban y salían de los oídos de la rubia. –Por lo menos puedes verme seguido, no rezongues- le decía la rubia muchacha mientras dejaba su skate a su lado y se subía a la camilla, boca abajo para que la enfermera pudiera examinar su nueva herida.
Y allí estaba, con su skate debajo de su delgado brazo sentada en una silla esperando a que la atendieran. Llevaba una camisa a cuadros roja y negra, una remera de tirantes debajo y un jean gastado. Una de las piernas de ese mismo jean estaba hecha pedazos y se podía ver en su gemelo izquierdo la quemadura en su piel causada por la fricción del pavimento. Por lo menos se había desplazado unos cinco metros en su caída y por eso tenía la pierna en aquel estado. Cuando la enfermera la vio sentada, Vita le sonrió con amplitud queriendo comprarla de aquella manera. –Rosie, juro que ésta vez no es nada grave- se defiende antes de que la mujer comenzara a darle un sermón. De todas formas cuando desinfectara su herida iba a disfrutar con ello, porque estaba cansada de decirle que tenía que cuidarse un poco más. Palabras que entraban y salían de los oídos de la rubia. –Por lo menos puedes verme seguido, no rezongues- le decía la rubia muchacha mientras dejaba su skate a su lado y se subía a la camilla, boca abajo para que la enfermera pudiera examinar su nueva herida.
Invitado- Invitado
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
La camilla mullida y blanda de la enfermería era bastante cómoda. Me encontraba tumbado sobre sus blancas sábanas, con un paño húmedo rodeándome los nudillos. Me había peleado con un snoob de una facultad; pues el muy imbécil había insistido en unirme a su grupito de maricones toma té, y al negarme por décima vez se dio por vencido y decidió insultarme. No a mí. Sino a mi madre. Ese insulto quen o toleraban bajo ninguna circunstancia, y no dudé en partirle la boca. Literalmente. Al joven se lo llevaron al hopital, y gracias a los testigos que afirmaron que fue él quien empezó la pelea insultándome, sólo me sancionaron con un par de días de servicio a la universidad. El fin de semana tenía que pasármelo limpiando los baños de el ala norte. No era tan duro, la verdad... Y merecía la pena sólo por haber visto al pijo correr deseperao, con la mano en la mandíbula, escupiendo sangre y lloriqueando. Pero debía llevar una prótesis de hierro en la cara, porque con sólo un puñetazo me había fracturado los nudillos.
Y ahí estaba, medio dormido con el frescor entrando por la ventana. Deseaba fumar, pero no podía mientras estuviera la enfermera rondando por aquí, por lo que cada dos segundos la miraba por entre la cortina que me rodeaba.
Escuché voces, y miré. Una nueva tanda de enfermos, o en este caso, de enfermas. Una muchacha rubia entraba por la puerta con una mueca de fastidio, y cuando la enfermera la atendió, la muchacha parecía una vieja amiga suya.
La enfermera bajó sus pantalones, y examinó el muslo quemado de la muchacha. Podía ver con total claridad el encaje, dibujo y colores de sus bragas, y cuando la enfermera se dispuso a curarla, sonó el teléfono. Habló durante cinco minutos mientras le echaba algo de mercromina sobre la herida, un poco de alcohol y lo vendaba con unas vendas de frío, para la quemadura. Poco después la enfermera estaba fuera, despidiéndose de que volvería en unos minutos. Cuando se marchó, aparté la cortina y miré a la muchacha.
— Esta imagen es casi porno.
Murmuré sonriendo mientras retiraba un cigarro de mi cajetilla y me alzaba un poco para acercarme más a la ventana. Prendí el pitillo y le di un par de rápidas caladas para comprobar que el poco viento del cuarto se llevaba consigo el humor apestante del cigarrillo.
Y ahí estaba, medio dormido con el frescor entrando por la ventana. Deseaba fumar, pero no podía mientras estuviera la enfermera rondando por aquí, por lo que cada dos segundos la miraba por entre la cortina que me rodeaba.
Escuché voces, y miré. Una nueva tanda de enfermos, o en este caso, de enfermas. Una muchacha rubia entraba por la puerta con una mueca de fastidio, y cuando la enfermera la atendió, la muchacha parecía una vieja amiga suya.
La enfermera bajó sus pantalones, y examinó el muslo quemado de la muchacha. Podía ver con total claridad el encaje, dibujo y colores de sus bragas, y cuando la enfermera se dispuso a curarla, sonó el teléfono. Habló durante cinco minutos mientras le echaba algo de mercromina sobre la herida, un poco de alcohol y lo vendaba con unas vendas de frío, para la quemadura. Poco después la enfermera estaba fuera, despidiéndose de que volvería en unos minutos. Cuando se marchó, aparté la cortina y miré a la muchacha.
— Esta imagen es casi porno.
Murmuré sonriendo mientras retiraba un cigarro de mi cajetilla y me alzaba un poco para acercarme más a la ventana. Prendí el pitillo y le di un par de rápidas caladas para comprobar que el poco viento del cuarto se llevaba consigo el humor apestante del cigarrillo.
Alexandre W. Stetson- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 24/06/2012
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Maldita Rosie. ¿Era necesario que le haya refregado de esa forma el alcohol por su herida? Cuando sintió aquello, solamente se mordió con fuerza su labio inferior sin quejarse. Si decía algo, estaba segura que un gran regañón se vendría por parte de la enfermera. "Eso te pasa por no escucharme" de seguro que esas serían sus palabras. Miles de veces anteriores había escuchado salir de los labios de la enfermera aquella frase y nunca en su vida pensaba retenerla en su cerebro. ¿Y se daba el lujo de hablar por teléfono? Mala praxis, mala praxis. La jodería con eso en cuanto volviera a revisar el estado de su herida. Siempre picaba a la mujer con que ella hacía mala praxis o cosas por el estilo. Una vez le había dicho que el lugar estaba sucio y que si había un herido con una lesión importante de seguro que algo más se agarraba por culpa de la mugre del lugar. Obviamente que cuando le tocó su turno Rosie se vengó de la mejor manera posible... Pero sabía que la mujer algo de cariño tenía que haberle tomado luego de dos años de visitas seguidas al lugar.
¿Si se había dado cuenta que solamente estaba en ropa interior? Por supuesto, pero no le importaba demasiado. No tenía pudor, al fin y al cabo la única que tenía que mirarla así era su querida Rosie que había salido del lugar y le había dicho que regresaría en unos instantes para verificar el estado de su lesión. En ningún momento contó con un vecino chismoso del otro lado de la cortina blanca que los separaba. ¿Porno? Masoquista. Si le encontraba algo de exitante ver a una rubia vendada por culpa de una quemadura era un masoquista. Vita lo miró alzando una ceja, sin creérselo. -Me he quemado como las mejores, ¿y tu le ves el lado porno?- pregunta, acomodándose mejor para clavar sus ojos celestes en el rostro del muchacho. -Recuérdame que no tienes que verme desnuda- añade, en un tono bromista y ligero. Si le veía el lado porno estando en calzones, no se imaginaba estando completamente desnuda. Y como se aburría demasiado a pesar de que su herida comenzara a darle puntadas, su objetivo sería aquel compañero de enfermería.
¿Si se había dado cuenta que solamente estaba en ropa interior? Por supuesto, pero no le importaba demasiado. No tenía pudor, al fin y al cabo la única que tenía que mirarla así era su querida Rosie que había salido del lugar y le había dicho que regresaría en unos instantes para verificar el estado de su lesión. En ningún momento contó con un vecino chismoso del otro lado de la cortina blanca que los separaba. ¿Porno? Masoquista. Si le encontraba algo de exitante ver a una rubia vendada por culpa de una quemadura era un masoquista. Vita lo miró alzando una ceja, sin creérselo. -Me he quemado como las mejores, ¿y tu le ves el lado porno?- pregunta, acomodándose mejor para clavar sus ojos celestes en el rostro del muchacho. -Recuérdame que no tienes que verme desnuda- añade, en un tono bromista y ligero. Si le veía el lado porno estando en calzones, no se imaginaba estando completamente desnuda. Y como se aburría demasiado a pesar de que su herida comenzara a darle puntadas, su objetivo sería aquel compañero de enfermería.
Invitado- Invitado
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Sonreí de lado al escucharla, y con un movimiento de pie, aparté del todo la cortina. Lancé una sutil mirada a la puerta, y busqué por ahí un sitio donde poder lanzar el cigarro si la enfermera venía antes de tiempo. Alargué el brazo para agarrar un vaso metálico con agua que me había dejado por su tenía sed. Sería suficiente para apagarlo y esconderlo.
Me estiré un poco, intentando no hacer esfuerzos con la mano derecha, la cual tenía algo entumecida aún. Pronto bajaría la inflamación, pero hasta entonces fumaba con la izquierda, y me sentía algo impotente, la verdad. Odiaba tener una mano como muerta, sin poder usarla ni moverla.
— Era un cumplido. Que poco humor tenéis por esta universidad... — Murmuré mientras le daba otra calada al cigarrillo, tirando hacia arriba el humo, viendo como subía hasta el techo y se colaba por el ventanal. Miré el skate de la muchacha, y luego su herida —. ¿Eres de las que caen dos veces con la misma piedra, eh?
Susurré refiriéndome a lo que le había dicho a la enfermera. Esta no era su primera visita, así que sería la típica que patina sin saber. Que se choca cada día con dos cosas distintas, y que aún así no mejora. Pero prefería callarme, y sacar mis conclusiones a lo largo de la pequeña conversación que podríamos mantener antes de que viniese la enfermera.
— ¿Para qué necesito verte desnuda? Yo utilizo la imaginación. Y ahora mismo en mi cabeza estás haciendo cosas que se consideran delito en algunos estados...
Le di una calada más al cigarro, y solté una pequeña carcajada mientras tiraba la ceniza al vaso de agua, escuchando como chocaba contra ese líquido insípido e incoloro. No sabía si presentarme, pues a lo mejor no merecía ni la pena, a lo mejor no volvía a verla. Esta universidad era lo bastante grande como para que uno se perdiese y no volviese a ver a una persona con la que había tenido un encuentro. Así se definía el choque con la chica esta: un encuentro. Sutil, corto, pero encuentro al fin y al cabo.
Me estiré un poco, intentando no hacer esfuerzos con la mano derecha, la cual tenía algo entumecida aún. Pronto bajaría la inflamación, pero hasta entonces fumaba con la izquierda, y me sentía algo impotente, la verdad. Odiaba tener una mano como muerta, sin poder usarla ni moverla.
— Era un cumplido. Que poco humor tenéis por esta universidad... — Murmuré mientras le daba otra calada al cigarrillo, tirando hacia arriba el humo, viendo como subía hasta el techo y se colaba por el ventanal. Miré el skate de la muchacha, y luego su herida —. ¿Eres de las que caen dos veces con la misma piedra, eh?
Susurré refiriéndome a lo que le había dicho a la enfermera. Esta no era su primera visita, así que sería la típica que patina sin saber. Que se choca cada día con dos cosas distintas, y que aún así no mejora. Pero prefería callarme, y sacar mis conclusiones a lo largo de la pequeña conversación que podríamos mantener antes de que viniese la enfermera.
— ¿Para qué necesito verte desnuda? Yo utilizo la imaginación. Y ahora mismo en mi cabeza estás haciendo cosas que se consideran delito en algunos estados...
Le di una calada más al cigarro, y solté una pequeña carcajada mientras tiraba la ceniza al vaso de agua, escuchando como chocaba contra ese líquido insípido e incoloro. No sabía si presentarme, pues a lo mejor no merecía ni la pena, a lo mejor no volvía a verla. Esta universidad era lo bastante grande como para que uno se perdiese y no volviese a ver a una persona con la que había tenido un encuentro. Así se definía el choque con la chica esta: un encuentro. Sutil, corto, pero encuentro al fin y al cabo.
Alexandre W. Stetson- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 24/06/2012
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Bonita manera decirle un cumplido. Algo retorcida, sí, pero la rubia muchacha debía de reconocerle que era original. Nunca le había hecho saber que estaba buena con decirle que podrían hacerse una película porno. Vita miró cómo largaba el humo que momentos anteriores había estado alojado en sus pulmones para verlo escapar por la ventana que estaba encima de aquel muchacho. Luego volvió a mirarlo, abrazando la almohada donde se suponía que debería de descansar su cabeza. Negó con la cabeza a lo segundo que le había dicho.
-Soy de las que no escuchan que tengo que cuidarme cuando hago éstos deportes- farfulla, encogiéndose de hombros y sonriéndole con ternura, como si así pudiera excusarse por ser tan cabezota. Si daba la impresión de que era niña, no se llevaría tantos regaños. A veces funcionaba, otras no tanto... Pero no creía que él la regañara, no era de esos tipos que se cuidaran demasiado. Vio su mano algo hinchada. Supuso que no era de esos chicos torpes que se llevaban las cosas por delante. -¿Y qué hay de tu mano?- preguntó en tono curioso, pestañeando un par de veces.
Cuando escuchó lo último salir de sus labios, Vita le lanzó la almohada directamente a su cabeza. -Eres un pervertido- murmuró, negando con la cabeza y sonriendo a penas de medio lado divertida por su respuesta. A pesar de ser un capullo con sus respuestas, le caía medianamente bien. -Yo me imagino lo que podrían hacerte en otros estados por hacer cosas que no están permitidas- añade después, apoyando su rostro en el dorso de sus manos. Se había arrepentido de haber tirado aquella almohada.
-Soy de las que no escuchan que tengo que cuidarme cuando hago éstos deportes- farfulla, encogiéndose de hombros y sonriéndole con ternura, como si así pudiera excusarse por ser tan cabezota. Si daba la impresión de que era niña, no se llevaría tantos regaños. A veces funcionaba, otras no tanto... Pero no creía que él la regañara, no era de esos tipos que se cuidaran demasiado. Vio su mano algo hinchada. Supuso que no era de esos chicos torpes que se llevaban las cosas por delante. -¿Y qué hay de tu mano?- preguntó en tono curioso, pestañeando un par de veces.
Cuando escuchó lo último salir de sus labios, Vita le lanzó la almohada directamente a su cabeza. -Eres un pervertido- murmuró, negando con la cabeza y sonriendo a penas de medio lado divertida por su respuesta. A pesar de ser un capullo con sus respuestas, le caía medianamente bien. -Yo me imagino lo que podrían hacerte en otros estados por hacer cosas que no están permitidas- añade después, apoyando su rostro en el dorso de sus manos. Se había arrepentido de haber tirado aquella almohada.
Invitado- Invitado
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Sonreí de lado al oírla; una temeraria, como solía decir yo. Yo no gustaba de practicar esos deportes. Skate, bicicleta, atletismo... demasiado cansado. Y no lo necesitaba. Mi cuerpo ya estaba bien como estaba. Yo prefería arriesgarme de otras maneras. Prefería tirarme al mar borracho, y que fuese lo que Dios quiere. Prefería tatuarme en zonas dolorosas, para sentir el dulce placer de la aguja perforándome la piel. Prefería hacerme dilataciones, o piercings, en lugares donde hacía daño. Yo más que un temerario era un sadomasoquista. Había aprendido a amar el dolor. Y agradecía que en ese tema de tatuajes y piercings, mi familia no se metiese tanto como en otros temas. Lo malo de tener una familia cristiana era que si eras distinto, podías ganarte un odio tremendo.
— Eso está bien. Haciéndolo puedes morir, pero es poco probable. Así que cuando te caes, y te miras, y ves sangre, o sientes dolor, pero aún así puedes seguir respirando debe ser como... — Le di una rápida calada al cigarro y hablé mientras echaba el humo —... volver a nacer, o algo así. Supongo que ahí está la gracia de los deportes de riesgo.
Me encogí de hombros y luego alcé mi mano mala. Aún tenía el paño frío y húmedo. Antes había algo de hielo picado, pero ya se había fundido. Ahora era una toalla mojada que envolvía mis nudillos.
— Golpeé a un imbécil cuando me insultó. Ahora debe estar en alguna planta del hospital, con cuatro doctores a su alrededor pensando cómo recolocarle la mandíbula. Comerá con pajita un par de semanas. Supongo que él era como tú: alguien que ignoraba los avisos. Sólo que tú tienes mejor culo.
Sonreí y recibí de golpe la almohada en la cara. Logré pararla con mis dientes, porque con una mano tenía el cigarro cogido y con la otra la venda me impedía moverla. La dejé sobre mis piernas y le di otra calada al cigarro, dejándolo después en el borde de la mesita de noche y escupiendo el humo.
— Por suerte todo es imaginación, ¿no? No me gustaría ser el blanco de un juez toca pelotas, la verdad... — Rodé los ojos y miré de reojo como el cigarro iba consumiéndose —. Por cierto, si quieres tu almohada tendrás que venir a por ella.
Volví mi mirada hacia ella y sonreí de lado.
— ¿Por cierto, cómo te llamas?
Cogí mi cigarro y le di una última calada, echándolo después en el vaso de agua y escupiendo la última nube de humo.
— Eso está bien. Haciéndolo puedes morir, pero es poco probable. Así que cuando te caes, y te miras, y ves sangre, o sientes dolor, pero aún así puedes seguir respirando debe ser como... — Le di una rápida calada al cigarro y hablé mientras echaba el humo —... volver a nacer, o algo así. Supongo que ahí está la gracia de los deportes de riesgo.
Me encogí de hombros y luego alcé mi mano mala. Aún tenía el paño frío y húmedo. Antes había algo de hielo picado, pero ya se había fundido. Ahora era una toalla mojada que envolvía mis nudillos.
— Golpeé a un imbécil cuando me insultó. Ahora debe estar en alguna planta del hospital, con cuatro doctores a su alrededor pensando cómo recolocarle la mandíbula. Comerá con pajita un par de semanas. Supongo que él era como tú: alguien que ignoraba los avisos. Sólo que tú tienes mejor culo.
Sonreí y recibí de golpe la almohada en la cara. Logré pararla con mis dientes, porque con una mano tenía el cigarro cogido y con la otra la venda me impedía moverla. La dejé sobre mis piernas y le di otra calada al cigarro, dejándolo después en el borde de la mesita de noche y escupiendo el humo.
— Por suerte todo es imaginación, ¿no? No me gustaría ser el blanco de un juez toca pelotas, la verdad... — Rodé los ojos y miré de reojo como el cigarro iba consumiéndose —. Por cierto, si quieres tu almohada tendrás que venir a por ella.
Volví mi mirada hacia ella y sonreí de lado.
— ¿Por cierto, cómo te llamas?
Cogí mi cigarro y le di una última calada, echándolo después en el vaso de agua y escupiendo la última nube de humo.
Alexandre W. Stetson- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 24/06/2012
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Era exactamente lo que podía sentir ella cuando practicaba esos deportes. Cuando estaba en el aire se sentía genial, una sensación de libertad que ninguna otra cosa se la había logrado otorgar. En realidad sí, pero el skate hacía magia en la pequeña Kuznetsov. La verdadera sensación de esos deportes estaban a libre interpertación de cada uno de los practicantes de ellos. Aunque todos conincidían en algún punto, sabía que había diferentes puntos de vista y diferentes sensaciones que ellos ocasionaban. -En realidad me hacen sentir viva, libre... Es extraño- se encogió de hombros cuando dijo aquello, era algo demasiado íntimo para ella. Nunca hablaba de sus sensaciones o cosas por el estilo. Y hablar del skate o de lo que producía en ella era una parte privada de sí misma que no tenía ninguna intención de decirlo en voz alta. Sí, era demasiado cerrada con lo que sentía. Y no solamente con algo que amaba hacer, sino con todo.
-Por lo visto estoy hablando con Mr. Macho... Y Mr. Macho le mira el culo a los hombres- lo jode, sonriendo ladinamente y niega con la cabeza. Sabía que tenía buen culo, se miraba al espejo todas las mañanas. Pero él le había dejado servido una buena broma, y no podía dejarla pasar. Se recargó en sus antebrazos para mirarlo con una sonrisa desafiante. ¿Se pensaba que porque estaba herida no iba a levantarse y buscar lo que era suyo? ¿Que era un floja? ¿O que él podría hacerle algo si ella se acercaba? Era Vita, Vita Kuznetsov por Dios... No había desafío alguno que ella no cumpliera. Así que estirando sus piernas y sin darse vuelta para no sentir dolor en su herida, bajó sus piernas de la cama, luego su trasero y por último su torso. Rodeó su camilla para poder cojear hasta la del muchacho. -No me desafíes- le dijo en un tono altanero, tomando su almohada de las piernas del joven. -Soy Vita, Vita Kuznetsov- se presentó, abrazando la almohada con una mano y a la otra la estiró para poder estrechar la mano de su compañero.
-Por lo visto estoy hablando con Mr. Macho... Y Mr. Macho le mira el culo a los hombres- lo jode, sonriendo ladinamente y niega con la cabeza. Sabía que tenía buen culo, se miraba al espejo todas las mañanas. Pero él le había dejado servido una buena broma, y no podía dejarla pasar. Se recargó en sus antebrazos para mirarlo con una sonrisa desafiante. ¿Se pensaba que porque estaba herida no iba a levantarse y buscar lo que era suyo? ¿Que era un floja? ¿O que él podría hacerle algo si ella se acercaba? Era Vita, Vita Kuznetsov por Dios... No había desafío alguno que ella no cumpliera. Así que estirando sus piernas y sin darse vuelta para no sentir dolor en su herida, bajó sus piernas de la cama, luego su trasero y por último su torso. Rodeó su camilla para poder cojear hasta la del muchacho. -No me desafíes- le dijo en un tono altanero, tomando su almohada de las piernas del joven. -Soy Vita, Vita Kuznetsov- se presentó, abrazando la almohada con una mano y a la otra la estiró para poder estrechar la mano de su compañero.
Invitado- Invitado
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Rodé los ojos al oír aquella broma, pero no dije nada. Me la quedé mirando con un gesto inquisitivo. Me había devuelto la jugada y, aunque se la había puesto un poco en bandeja, no esperaba que atacase por ese lado. Era inútil esconder mi sonrisa tras pensar en lo que me había dicho. Evité reír, pues no me hacía nada bien hacerlo, así que simplemente sonreí y esperé a que llegara, pues el movimiento de su cuerpo decía lo que pretendía hacer.
Sus largas y blancas piernas tocaron el suelo, luego su trasero se arrastró por la cama hasta bajar de ella y finalmente se incorporó.
— ¡ESTÁ VIVA! ¡VIVA!
Exclamé riéndome mientras dejaba la almohada a los pies de mi cama, observando como llegaba hasta mi lado, cogía su mullida almohada y se quedaba a mi lado, tendiéndome la mano. Vita. Que nombre más raro. Pero de todos modos sonreí; alargué mi mano y en lugar de apretarla, sujeté su muñeca y la atraje hacia mí. Sin demasiada fuerza, pues tampoco quería cabrearla si la hacía tropezar. Sólo era una... broma.
— Encantado, Vita — Me incliné hacia ella, acercando mis labios a los suyos y cuando su aliento afrutado casi podía saborearse en mi paladar, me detuve, miré hacia la puerta y la aparté delicadamente, dejando que mis dedos se escurriesen por su piel como agua entre su dedos —. Iba a darte el típico saludo en la boca ruso; pero luego pensé que a lo mejor no eres rusa, o que habías renegado de tus costumbres y te habías rendido al capitalismo. Y paré. De nada.
Le guiñé un ojo y luego me volví a estirar en la cama, con los dedos de los pies apretándose entorno a los barrotes de los pies de la cama.
— Yo soy Alex. Un placer también.
Hice una pequeña mueca con los labios y me hice a un lado, dejando espacio en la camilla.
— Es una camilla de matrimonio, ¿quiere la nueva estrella emergente del porno tumbarse? ¿O tienes miedo de lo que pueda hacer?
Atacaba directamente a su orgullo de temeraria. Nunca rechazaba la oportunidad de meterme en la cama con una chica, y si llegaba la enfermera sería tan fácil como hacer que se levantara y ponernos a hablar de cualquier chorrada. De todos modos, hoy no me sentía con ganas de más que de jugar un poco, pero sería una buena antesala por si algún día me sentía con más energía.
Sus largas y blancas piernas tocaron el suelo, luego su trasero se arrastró por la cama hasta bajar de ella y finalmente se incorporó.
— ¡ESTÁ VIVA! ¡VIVA!
Exclamé riéndome mientras dejaba la almohada a los pies de mi cama, observando como llegaba hasta mi lado, cogía su mullida almohada y se quedaba a mi lado, tendiéndome la mano. Vita. Que nombre más raro. Pero de todos modos sonreí; alargué mi mano y en lugar de apretarla, sujeté su muñeca y la atraje hacia mí. Sin demasiada fuerza, pues tampoco quería cabrearla si la hacía tropezar. Sólo era una... broma.
— Encantado, Vita — Me incliné hacia ella, acercando mis labios a los suyos y cuando su aliento afrutado casi podía saborearse en mi paladar, me detuve, miré hacia la puerta y la aparté delicadamente, dejando que mis dedos se escurriesen por su piel como agua entre su dedos —. Iba a darte el típico saludo en la boca ruso; pero luego pensé que a lo mejor no eres rusa, o que habías renegado de tus costumbres y te habías rendido al capitalismo. Y paré. De nada.
Le guiñé un ojo y luego me volví a estirar en la cama, con los dedos de los pies apretándose entorno a los barrotes de los pies de la cama.
— Yo soy Alex. Un placer también.
Hice una pequeña mueca con los labios y me hice a un lado, dejando espacio en la camilla.
— Es una camilla de matrimonio, ¿quiere la nueva estrella emergente del porno tumbarse? ¿O tienes miedo de lo que pueda hacer?
Atacaba directamente a su orgullo de temeraria. Nunca rechazaba la oportunidad de meterme en la cama con una chica, y si llegaba la enfermera sería tan fácil como hacer que se levantara y ponernos a hablar de cualquier chorrada. De todos modos, hoy no me sentía con ganas de más que de jugar un poco, pero sería una buena antesala por si algún día me sentía con más energía.
Alexandre W. Stetson- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 24/06/2012
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Cuando escuchó los gritos que pegó el joven cuando ella se bajó de la camilla empezó a reír con diversión negando con la cabeza. Era la primera vez que en una de sus visitas a Rosie lo pasaba bien y no tenía que escuchar sermones de nadie. Esperó con paciencia su mano para estrecharla y volver a su lugar, cómoda como estaba. Pero no se esperaba que le cogiera la muñeca y lo atrajera hacia él. Soltó un gritito de sorpresa ante aquel acto y ni se imutó cuando pudo olisquear su aliento entabaquecido por el anterior cigarrillo que había terminado de consumir unos instantes atrás. Una sonrisa provocativa se asomó en sus labios, no iba a dar el primer paso. Escuchó su discurso y negó con la cabeza. -Claro, porque si me dabas el saludo ruso iba a caer rendida a tus pies- dijo con sarcasmo sin borrar esa sonrisa provocativa de sus labios volviendo a su posición inicial y ladeando su rostro para verlo. -Un gusto Alex- dijo cuando escuchó su nombre. Un nombre común, pero que nunca iba a pasar de moda.
Escuchó su propuesta y se mordió la parte interna de su labio inferior. Su orgullo le decía que tenía que demostrarle que no tenía miedo y que en aquellas condiciones ninguno de los dos podría hacerle al otro absolutamente nada. Pero su narcisimo le decía que no debía de hacer todo lo que él le pidiera por el simple hecho que le estaba dando el gusto. Y estaba en un dilema. -¿Miedo? ¿Yo?- se señaló con su dedo índice -¿A tí?- luego lo señaló a él. -Cariño, a lo único que le tengo miedo es a no disfrutar demasiado la vida- dijo con altanería y sin darle demasiada vuelta se acostó a su lado, dejando libre su herida y esperando que nada la rozara.
Escuchó su propuesta y se mordió la parte interna de su labio inferior. Su orgullo le decía que tenía que demostrarle que no tenía miedo y que en aquellas condiciones ninguno de los dos podría hacerle al otro absolutamente nada. Pero su narcisimo le decía que no debía de hacer todo lo que él le pidiera por el simple hecho que le estaba dando el gusto. Y estaba en un dilema. -¿Miedo? ¿Yo?- se señaló con su dedo índice -¿A tí?- luego lo señaló a él. -Cariño, a lo único que le tengo miedo es a no disfrutar demasiado la vida- dijo con altanería y sin darle demasiada vuelta se acostó a su lado, dejando libre su herida y esperando que nada la rozara.
Invitado- Invitado
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Reí con fuerza al oírla, y asentí. La verdad es que no lo pensaba así, no quería que cayese "rendida" a mis pies. Era atractiva, sí. Como cualquier rusa. O mejor dicho, como cualquier mujer del este de europa. Según había entendido, sus rasgos exóticos, su pasión y su belleza era inigualables. Pocas mujeres estaban a su altura y, aunque la muchacha era lo más común del mundo: rubia y ojos azules; guardaba un algo que la hacía atractiva y exótica. Su apellido, su forma de hablar, la forma de su cabello... Quién sabe. Lo único que hice fue sonreír, y esperar.
La muchacha pronto sacó su fuego interno, y me reprochó lo que dije. Me limité a mantener mi sonrisa y cuando terminó de hablar, golpeé la camilla suavemente con mi mano, invitándola a tumbarse. Me hice un poco al lado, y cuando su peso aplastó el colchón de la camilla, quedó patente que no estaba hecha para sujetar a dos personas, pero que aún así aguantaría. Lo malo era la comodidad. Estaba, yo por lo menos, estrecho. Apretado. Me sentía algo asfixiado, y agradecía no tener una sábana encima.
Me volteé para mirarla, sonriendo.
— ¿Te queda algo pendiente en tu lista de "disfrutar la vida"? ¿Tirarte en paracaidas, tener un hijo o alguna chorrada de esas tan típicas?
Mantuve mi sonrisa, y mi brazo con la mano dolorida estaba sobre el muslo de la muchacha. No por nada en especial, sino por pura comodidad. Sentía el líquido de mi compresa filtrarse y mojar la piel de la rusa, o de la ucraniana, o de donde fuera.
— ¿Te molesta? — Pregunté mientras lanzaba una mirada hacia sus piernas, para luego subir mis ojos hasta ella de nuevo, y sonreír debilmente.
La muchacha pronto sacó su fuego interno, y me reprochó lo que dije. Me limité a mantener mi sonrisa y cuando terminó de hablar, golpeé la camilla suavemente con mi mano, invitándola a tumbarse. Me hice un poco al lado, y cuando su peso aplastó el colchón de la camilla, quedó patente que no estaba hecha para sujetar a dos personas, pero que aún así aguantaría. Lo malo era la comodidad. Estaba, yo por lo menos, estrecho. Apretado. Me sentía algo asfixiado, y agradecía no tener una sábana encima.
Me volteé para mirarla, sonriendo.
— ¿Te queda algo pendiente en tu lista de "disfrutar la vida"? ¿Tirarte en paracaidas, tener un hijo o alguna chorrada de esas tan típicas?
Mantuve mi sonrisa, y mi brazo con la mano dolorida estaba sobre el muslo de la muchacha. No por nada en especial, sino por pura comodidad. Sentía el líquido de mi compresa filtrarse y mojar la piel de la rusa, o de la ucraniana, o de donde fuera.
— ¿Te molesta? — Pregunté mientras lanzaba una mirada hacia sus piernas, para luego subir mis ojos hasta ella de nuevo, y sonreír debilmente.
Alexandre W. Stetson- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 24/06/2012
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Se acomodó a su lado, procurando no molestarlo demasiado y tampoco provocar un roce en su herida. Sabía que si los dos pesaran un poco más quizás esa camilla no pudiera aguantarlos a ambos, pero hasta el momento se mantenía firme. Se podía imaginar la expresión de Rosie si en aquellos precisos momentos entrara por la puerta que estaba en un costado de donde estaban. De seguro los castigarían a los dos, pero no estaban haciendo nada malo, solamente compartían una camilla. Como siempre, Vita bromearía con la pobre exasperada mujer tomándole el pelo diciéndole que no tendría problemas si ella quería unirse a ellos. Podía imaginar su cara de espanto ante las palabras de la rubia. Sería divertido discutir con ella por lo menos unos cinco minutos.
Flexionó la pierna que no estaba lastimada, para correrse un poco más y acabar en el borde de aquella camilla solamente para que Alex pudiera ponerse más cómodo. Cuando se acostaba con alguien el la misma cama, con sus amigos o con su pareja o lo que fuera, siempre intentaba que la otra persona estuviera más cómoda que ella. En la intimidad, era ella quien arropaba a su acompañante, siempre cuidando de él. Pequeñas manías que había adquirido con el tiempo. Escuchó su inquietud sobre cómo disfrutaba ella su vida. Acomodó su rubio, lacio y largo cabello para que no le molestara a el muchacho. Luego colocó sus manos en su vientre y lo miró con ojos curiosos. -No puedes planificar cosas si saber si al día siguiente estás vivo- le dice, sonriendole con amabilidad y completa sinceridad. Siempre había creído lo mismo y siempre lo repetiría, hasta en cansancio. -Solo disfruta el momento y vive al máximo, sin arrepentirte absolutamente de nada- añadió para finalizar.
Escuchó su segunda pregunta y soltó una carcajada, haciendo vibrar suavemente su pecho. -¿Te refieres a la herida o al hecho que tu vendaje me está mojando? A lo primero respondo que no, estoy acostumbrada a pasar la mayor cantidad de tiempo encerrada aquí dentro- se encogió de hombros, sencilla. -A lo segundo tampoco me molesta. No creo que puedas hacer mucho con esa mano. Y tampoco me molesta que chorrees agua en mi pierna, se puede secar- murmuró por último, con una sonrisa socarrona en sus labios, divertida por aquella situación.
Flexionó la pierna que no estaba lastimada, para correrse un poco más y acabar en el borde de aquella camilla solamente para que Alex pudiera ponerse más cómodo. Cuando se acostaba con alguien el la misma cama, con sus amigos o con su pareja o lo que fuera, siempre intentaba que la otra persona estuviera más cómoda que ella. En la intimidad, era ella quien arropaba a su acompañante, siempre cuidando de él. Pequeñas manías que había adquirido con el tiempo. Escuchó su inquietud sobre cómo disfrutaba ella su vida. Acomodó su rubio, lacio y largo cabello para que no le molestara a el muchacho. Luego colocó sus manos en su vientre y lo miró con ojos curiosos. -No puedes planificar cosas si saber si al día siguiente estás vivo- le dice, sonriendole con amabilidad y completa sinceridad. Siempre había creído lo mismo y siempre lo repetiría, hasta en cansancio. -Solo disfruta el momento y vive al máximo, sin arrepentirte absolutamente de nada- añadió para finalizar.
Escuchó su segunda pregunta y soltó una carcajada, haciendo vibrar suavemente su pecho. -¿Te refieres a la herida o al hecho que tu vendaje me está mojando? A lo primero respondo que no, estoy acostumbrada a pasar la mayor cantidad de tiempo encerrada aquí dentro- se encogió de hombros, sencilla. -A lo segundo tampoco me molesta. No creo que puedas hacer mucho con esa mano. Y tampoco me molesta que chorrees agua en mi pierna, se puede secar- murmuró por último, con una sonrisa socarrona en sus labios, divertida por aquella situación.
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Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Observé como la muchacha se acomodaba para estar yo más cómodo. Irónico. Pero simplemente sonreí. Me iba dejando más camilla para mí, así que yo me quedé en mi espacio, dejando un buen espacio entre ambos, el cual ella debía ocupar. Mi cabeza, apoyada sobre la almohada, empezaba a divagar, y mientras observaba a la joven rubia hablar, no pude evitar sonreír, y alzar un segundo la mirada hacia la puerta. La enfermera no venía. Eso era bueno. Ahora me gustaría tener una cortina corrida para tener algo de privacidad. Tal vez así la enfermera se limitase a quejarse por la ausencia de la rubia y, si no la buscaba, no teníamos que dar explicaciones a nadie. No me gustaba dar explicaciones. Como Vita decía: disfruta de la vida sin preocuparte sus consecuencias.
— Si la enfermera viene, no pienso arrepentirme de esto. Que conste. Una chica guapa, en mi camilla, sin pantalones... vaya, menos mal que yo aún mantengo los míos, sino sería algo difícil de explicar — Reí entre dientes y volví a mirar a la puerta. Nada. Estaba cansado de mirar —. Ahora vuelvo.
Dije mientras me apartaba y bajaba de la camilla. Caminé hasta la puerta descalzo, la cerré delicadamente y busqué el pestillo. No había, así que pensé en atrancar la puerta, pero para mi sorpresa vi que abajo, casi en el suelo, habían dos pestillos de esos que se hundían en el suelo. Me incliné y los bajé, oyendo como el hierro se pegaba contra el fondo del hueco abierto con antelación. Bajé el de la otra puerta, cerrándola del todo, y me giré estirando mis brazos.
— Así mucho mejor. Tenemos como... quince minutos desde que la enfermera se dé cuenta de que la puerta está cerrada. Disfrutemos del momento.
Caminé hacia la mesita de noche de al lado de la camilla, cogí el paquete de cigarrillos que había dejado y me senté en la cama, junto a Vita. Saqué un par y le tendí uno.
— ¿Fumas? — Pregunté mientras me llevaba mi pitillo a la boca y lo encendía, dándole pequeñas caladas y dejando el cigarro y el encendedor al lado de la rubia —. Por cierto, ¿de dónde eres?
Eché el humo hacia fuera, sin preocuparme de que saliese por la ventana. Ahora teníamos libertad.
— Si la enfermera viene, no pienso arrepentirme de esto. Que conste. Una chica guapa, en mi camilla, sin pantalones... vaya, menos mal que yo aún mantengo los míos, sino sería algo difícil de explicar — Reí entre dientes y volví a mirar a la puerta. Nada. Estaba cansado de mirar —. Ahora vuelvo.
Dije mientras me apartaba y bajaba de la camilla. Caminé hasta la puerta descalzo, la cerré delicadamente y busqué el pestillo. No había, así que pensé en atrancar la puerta, pero para mi sorpresa vi que abajo, casi en el suelo, habían dos pestillos de esos que se hundían en el suelo. Me incliné y los bajé, oyendo como el hierro se pegaba contra el fondo del hueco abierto con antelación. Bajé el de la otra puerta, cerrándola del todo, y me giré estirando mis brazos.
— Así mucho mejor. Tenemos como... quince minutos desde que la enfermera se dé cuenta de que la puerta está cerrada. Disfrutemos del momento.
Caminé hacia la mesita de noche de al lado de la camilla, cogí el paquete de cigarrillos que había dejado y me senté en la cama, junto a Vita. Saqué un par y le tendí uno.
— ¿Fumas? — Pregunté mientras me llevaba mi pitillo a la boca y lo encendía, dándole pequeñas caladas y dejando el cigarro y el encendedor al lado de la rubia —. Por cierto, ¿de dónde eres?
Eché el humo hacia fuera, sin preocuparme de que saliese por la ventana. Ahora teníamos libertad.
Alexandre W. Stetson- Mensajes : 103
Fecha de inscripción : 24/06/2012
Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Se unió a sus risas cuando escuchó el primer comentario. Si Rosie entrara en esos momentos y los dos estuvieran sin pantalones, sería demasiado genial ver su cara y escucharla desporticar contra ellos, diciendo que son unos maleducados y esas cosas típicas de la gente enojada cuando piensan cualquier cosa. Pero su sorpresa fue cuando Alex se levantó de la cama y camino hasta la puerta. La rubia rusa se reincorporó un poco en la cama, apoyándose en sus antebrazos aún quedándose en su pequeño lugar en la camilla y observó cómo trababa la puerta en donde supuestamente la enfermera tendría que aparecer para revisar su herida.
Le sonrió con complicidad cuando volvió a la camilla y volvió a acostarse en su pequeño lugar. Asintió con la cabeza a sus palabras, estando completamente de acuerdo con sus palabras. -Disfrutemos. Cualquier cosa, digo que me tienes secuestrada- bromea, volviendo a acomodar sus cabellos rubios sobre la almohada. Cuando le dejó el cigarrillo a su lado le sonrió. Supuestamente sería una gran médica cuando lograra recibirse, y sabía las complicaciones que eso le traía a sus pulmones. Pero era joven, quería disfrutar de los momentos. Y aquel vicio era algo que lamentablemente se le había pegado. Tomó el cigarro para llevárselo a sus labios y poder encenderlo. Le dio una pitada larga, sintiendo cómo invadía sus pulmones y luego vio cómo el humo subía sobre ella. -Gracias- le dijo, mirando las formas del humo. Volvió su mirada a los ojos de Alex, que en esos momentos estaba sentado a su lado. -Pensé que eras inteligente, Mr. Macho. Soy de Rusia, San Petesburgo para ser más exactos- respondió antes de darle otra calada a su cigarrillo.
Le sonrió con complicidad cuando volvió a la camilla y volvió a acostarse en su pequeño lugar. Asintió con la cabeza a sus palabras, estando completamente de acuerdo con sus palabras. -Disfrutemos. Cualquier cosa, digo que me tienes secuestrada- bromea, volviendo a acomodar sus cabellos rubios sobre la almohada. Cuando le dejó el cigarrillo a su lado le sonrió. Supuestamente sería una gran médica cuando lograra recibirse, y sabía las complicaciones que eso le traía a sus pulmones. Pero era joven, quería disfrutar de los momentos. Y aquel vicio era algo que lamentablemente se le había pegado. Tomó el cigarro para llevárselo a sus labios y poder encenderlo. Le dio una pitada larga, sintiendo cómo invadía sus pulmones y luego vio cómo el humo subía sobre ella. -Gracias- le dijo, mirando las formas del humo. Volvió su mirada a los ojos de Alex, que en esos momentos estaba sentado a su lado. -Pensé que eras inteligente, Mr. Macho. Soy de Rusia, San Petesburgo para ser más exactos- respondió antes de darle otra calada a su cigarrillo.
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Re: Estúpida manía de hacer cosas que no puedo {Stetson}
Lancé una mirada a los ojos azules de la rusa, con las cejas alzadas, y una pequeña sonrisa cómplice en los labios. Hice una mueca de aprobación con los labios, y asentí debilmente con complicidad, riéndome entre dientes mientras le daba otra calada al cigarrillo, dejando que el humo se abriese paso por mi cuerpo. Secuestrada. Bueno, eso me daría privilegio si fuese verdad. Pero realmente, no quería joder este momento con una tontería de las mías. Sí, la chica era atractiva. Y tanto que lo era. ¿Pero me hacía un mal... "macho machote" el no querer acostarme con ella? Puede que sí. Puede que no. Tal vez más adelante sienta la necesidad de mover mis dedos por su cuerpo. Tal vez no. Hasta ese momento, las preguntas bombardeaban mi cabeza. Preguntas de ese estilo que me provocaban un ligero dolor de cabeza.
— Si te tengo secuestrada, ¿me prometes no tener el Síndrome de Estocolmo? No quiero tener a una enamorada por detrás, molestándome...
Susurré con burla, para luego sonreír de lado y darle otra calada al cigarrillo, mirándola fijamente.
La manera en la que encendía el cigarrillo, en la que sus labios absorvían el humo duro de ese pitillo, me hipnotizaban. Me la quedé mirando fijamente, mientras hablaba de sus orígenes. Asentí debilmente, y aparté con esfuerzo mi mirada.
— Rusia es enorme. Puedes haber nacido en cualquier ciudad. O tal vez podías ser de Ucrania. O Polonia. O algo por el estilo. Que sea un "Mr. Macho" no significa que tenga que adivinarlo todo. Un "Mr. Macho" demuestra su título de otra forma... — Susurré antes de alzar mis cejas, como insinuándome, para luego carcajearme debilmente y darle otra calada al cigarrillo.
Moví hacia atrás mi cabeza, echando el humo hacia el techo, y me dejé caer lentamente en la camilla, de nuevo al laddo de Vita, pero ahora en el otro extremo de la camilla. Volteé mi rostro, clavé mis ojos en los suyos, y sonreí.
— No soy un experto en esto de adivinar, ya te has podido dar cuenta pero... juraría que por tu mirada, el movimiento de tus labios y la forma en la que respiras... — Susurré sin saber muy bien qué diablos decía —... diría que tienes unas ganas locas de tirarte encima de mí. ¿Me equivoco?
Hice de nuevo otra mueca, me llevé el cigarro a los labio y fumé lentamente, dejando que el papel se quemase poco a poco, mientras el humo iba llenándome la boca.
— Si te tengo secuestrada, ¿me prometes no tener el Síndrome de Estocolmo? No quiero tener a una enamorada por detrás, molestándome...
Susurré con burla, para luego sonreír de lado y darle otra calada al cigarrillo, mirándola fijamente.
La manera en la que encendía el cigarrillo, en la que sus labios absorvían el humo duro de ese pitillo, me hipnotizaban. Me la quedé mirando fijamente, mientras hablaba de sus orígenes. Asentí debilmente, y aparté con esfuerzo mi mirada.
— Rusia es enorme. Puedes haber nacido en cualquier ciudad. O tal vez podías ser de Ucrania. O Polonia. O algo por el estilo. Que sea un "Mr. Macho" no significa que tenga que adivinarlo todo. Un "Mr. Macho" demuestra su título de otra forma... — Susurré antes de alzar mis cejas, como insinuándome, para luego carcajearme debilmente y darle otra calada al cigarrillo.
Moví hacia atrás mi cabeza, echando el humo hacia el techo, y me dejé caer lentamente en la camilla, de nuevo al laddo de Vita, pero ahora en el otro extremo de la camilla. Volteé mi rostro, clavé mis ojos en los suyos, y sonreí.
— No soy un experto en esto de adivinar, ya te has podido dar cuenta pero... juraría que por tu mirada, el movimiento de tus labios y la forma en la que respiras... — Susurré sin saber muy bien qué diablos decía —... diría que tienes unas ganas locas de tirarte encima de mí. ¿Me equivoco?
Hice de nuevo otra mueca, me llevé el cigarro a los labio y fumé lentamente, dejando que el papel se quemase poco a poco, mientras el humo iba llenándome la boca.
Alexandre W. Stetson- Mensajes : 103
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