I'm watching you {Maykor

18:40, día 16 de mayo….

Me encontraba en los pasillos de la universidad guardando una que otras cosas en el casillero, al fin las clases y mi jornada había terminado, al fin tenía tiempo para mí, aunque dudaba ver a Maykor, pues era tan difícil verle a estas horas pues siempre andaba ocupado y quien sabe que andaría haciendo ese chico o quizá evitándome, aunque lo dudo, conociéndole, estaría ahora tan apegado a mi como de costumbre, y más si Ethan anda en cacería y claro, yo soy una de sus presas….

Esa tarde, la temperatura estaba agradable y el día nublado, por lo que parecía un día perfecto para mi, para hacer cualquiera cosa aunque pronto caería la lluvia. Decidí guardar mis cuadernos, libros, libretas y demás, estirándome tan solo un poco, teniendo mi casillero abierto y mirándome al espejo retocando el maquillaje y un poco de perfume por si me tocaba entrarme con Maykor y quien sabe, hasta quizá con Ethan, sabía que Maykor no le molestaba que usara maquillaje ni nada, aunque le molesta el hecho de no verme de forma natural, en el sentido del maquillaje, pero él ha de saber que eso es algo ya natural en mi.

Luego de retocar mi maquillaje, decidí peinar mi castaño cabello, dejando escapar ligeros suspiros mientras miraba al espejo, pasando una de mis manos por el cabello peinado, mientras tenía la cabeza de lado y mordía un poco mis labios tan solo por una ligera entretención. Guardé mi cepillo al tener mi cabello peinado y me quedé mirando al espejo para ver si todo estaba bien para volver a la fraternidad y quizá salir por ahí a dar unas cuantas vueltas, a comer, a tomar, a divertirme, a lo que sea.

Había terminado sus clases un poco más antes de lo normal. Y se había ido a hacer cosas más importantes. Adelantando algunas cosas, para poder tener más tiempo libreo. Acomodando su agenda, para ver que cosas tenía que hacer, ya que era una persona demasiado organizada y le gustaba tener todo bajo control. Luego, fue a donde uno de sus profesores, pidiéndole que ya le diera alguna práctica en algún hospital, lo que parecía una locura, sabiendo que Maykor a veces no tenía tiempo para dormir. Pero, pensando que tomando la iniciativa desde ahora, quizás le ayudaría en un futuro. Ser uno de los primeros en completar su práctica en un hospital, para después ser un interno y conseguir su meta de ser un doctor profesional a una temprana edad. Esas eran sus metas y las tenía más que planteadas.

Cuando terminó de hablar con su profesor, salió de su salón y comenzó a caminar por los pasillos. Buscando su cajetilla de cigarrillos en los bolsillos de su chaqueta. Después de unos segundos de duda, sin saber si los tenía encima o no, los encontró. Sacó uno de la cajetilla y se lo colocó entre los labios, para guardar la cajetilla y sacar el encendedor. Dándole fuego al cigarrillo y después una larga calada. Aspirando el humo toxico que inundaba sus pulmones y lentamente los mataba, pero eso no le importaba. Le ayudaban a liberar estrés. Y otra cosa que le ayudaba liberar estrés, estaba unos cuantos pasos al frente del azabache. Lo que era una total coincidencia, pues pensaba que ella tendría cosas que hacer o andar con otra persona. “Eres un paranoico, Prideux.” Se dijo a sí mismo de forma mental.

Aceleró sus pasos, para acercarse a ella por detrás. Agarrándola por la cintura y haciéndola parar, dejando que sus labios sostuvieran el cigarrillo, sin quemar a la azabache. – Oh, soy un pirata y me encontrado a un hermoso tesoro o quizás una sirena. – Bromeó, como buen idiota que se comportaba a veces. Soltó la cintura de ella, para poder tomar el cigarrillo con una de sus manos y dejar escapar el humo por la nariz, cerca de la cara de ella, para molestarle un poco. – Es bueno verte, amor. – Susurró sobre la mejilla de ella, para darle un ligero mordisco y luego besarle ahí mismo.

De pronto, justo cuando cerraba la puerta de mi casillero, unos pasos se acercaban, no presté atención de quien se trataba, pero una vez que estaba detrás mio y susurrándome al oído pude percatarme de que era Maykor, al escuchar su susurro solo me sonreí por ello, dándome vuelta y mirándole a los ojos, sintiendo luego el humo que botaba por su nariz y tiraba a mi cara, le fruncí el ceño y luego reí un poco, al sentir su ligera mordida sobre mi mejilla y sus suaves labios tocando los míos. – Lo mismo digo, mon cher… – Dije llevando una de mis manos a su nuca y acariciando la parte de atrás de su cabeza mientras miraba esos hermosos faros azules los cuales me volvían a enamorar una y otra y otra vez.

Bajé mi mano de su nuca, luego de dejar un beso sobre sus labios nuevamente y me crucé de brazos ladeando mi cabeza un poco y humedeciendo mis labios. – ¿Cómo te va?, ¿todo bien en la facultad de medicina? – Pregunté con un ligero entusiasmo; tenía el leve presentimiento de que a May le iba a ir bien, pues él aparte de ser un buen novio, y digo buen, porque es cierto, es demasiado inteligente y muy atento, por lo que no me sorprendía si un día salía ya graduado de la universidad antes que todos los demás.

Me apoyé con mi hombro hacia el casillero, mientras mis pies de cruzaban y mantenía mi mirada fija sobre el ojiazul, mientras dejaba escapar un leve suspiro, quizá no sería bueno pedirle salir, pero no perdía nada con ello. – ¿Estás libre hoy, mon amour? – Claro, al referirme a él casi siempre lo hacia en francés, sabía que le encantaba. Tan solo esperé paciente su respuesta mientras me mantenía mirándole aún.

Encontrársela así de casualidad, no solía ocurrir todo el tiempo. De hecho, casi nunca ocurría. La agenda de Maykor era mucho más apretada que la de su novia, pero casi siempre estaba con la chica, claro, cuando tenía tiempo y no andaba de clase en clase o haciendo trabajos. Así que era más que una agradable sorpresa. Sostuvo el cigarrillo en su mano izquierda, de esa forma peculiar que delataba que era un francés. No entendía el porqué, pero siempre le habían dicho que los franceses tenían una forma específica de fumar o de aguantar el cigarrillo.

Sonrió de lado al escuchar las palabras de su novia y entrecerró los ojos, al sentir las caricias que ella le proporcionaba a la parte trasera de su nuca. Siempre se le hacia agradable cuando ella hacia eso. Le miro fijamente, cuando se separó y lo único que le dejo fue un corto beso en los labios. Pero, no se iba a quejar como niño pequeño por ello. Llevo el cigarrillo a sus labios, dándole una larga calada y escuchando las preguntas de su chica. – De maravilla, gracias por preguntar. Casi ahora terminaba de hablar con uno de mis profesores, a ver si puedo adelantar mi práctica en el hospital. – Comentó con alegría. Hablar de lo que le gustaba le emocionaba y le daba alegría. Soltó el humo del cigarrillo por la boca, haciendo una nube frente a su cara la cual se dispersó con rapidez. – ¿Qué tal te va a ti, amour? – Alzó una ceja, mostrando interés sobre los estudios de su novia. Sabía que lo que ella estudiaba le encantaba y era lo que amaba. Su pasión.

Ladeó la cabeza, observando como ella se tensaba o se ponía nerviosa de momento. Como si quisiera decirle algo, pero no quería decírselo. Maykor le miro expectante. Dándole una última pero larga calada a su cigarrillo y tirándole al suelo, para pisarle con la suela de su zapato y apagarlo. Llevo sus orbes azules hasta la morena y sonrió de lado. – Sí, creo que no tengo nada y si es que tengo algo, lo puedo mover por ti. – Se acercó a ella, acorándola contra el casillero, para besarle con pasión, llevando una de sus manos a la cintura de ella. Después de unos segundos, se separó, sonriendo de lado. – ¿Qué tienes en mente, eh? – Le volvió a besar, pero esta vez, fue un beso corto y dulce, para después mirarle a los ojos, esperando una respuesta.

De pronto pude sentir que Maykor quedaba sumiso ante mis caricias, lo cual me hizo sonreír cada vez más, de pronto pude sentir esos suaves y deleitables labios posarse sobre los míos de una forma dulce, pero a la vez muy atrayente, clásico como los besos de Maykor, aunque fueran cortos, hacían que te quedaras besándolo cada vez más y más tiempo. De pronto vi que le daba una gran calada a su cigarro y le escuché con una dulce sonrisa y con la cabeza de lado y al escucharle, me alegraba por él y le abracé suavemente, rodeando mis manos en su cuello dejando un beso en su cuello suavemente. – Me alegra saberlo mucho, mon amour…Sé que te darán la práctica – Al separarme, noté que volvía a darle otra calada a su cigarro y botó el humo el cual se desapareció casi de inmediato, al escuchar su pregunta me sonreí un poco y suspiré ligeramente.

–Me va muy bien, me quieren mandar ya a dar practicas en colegios secundarios… – Reí un poco por ello y pues era cierto, ya me querían mandar a hacer una practica con chicos pequeños, aunque claro, puede que sea una buena maestra de arte o ciencias, pero detesto a los niños, son tan…no lo sé, ¿Asquerosos?, puede que sea una mala descripción, pero era lo que yo sentía por ello.

De pronto al ver que era acorralada contra los casilleros y al escucharle, antes de responder, besaba de la misma forma esos suaves y deleitables labios de la misma forma que Maykor, apasionada y claro, poniendo sus manos sobre su rostro y al escucharle, le sonreí y luego mordí un poco mis labios cuando estábamos separados. – Pues…. – Pasaba uno mis dedos por el pecho de él, encima de su camisa. –Una noche en el lago, un picnic a la luz de la velas y quizá, me enseñes un poco más de anatomía, pero de forma gráfica…. – Dije riendo un tanto traviesa y mirando a sus faros azules y con su otra mano acariciando una de sus mejillas suavemente.

Y con ella era completamente sumiso. Desde la forma en que ella le hablaba hasta la forma en que ella le tocaba. Le hacia ponerse mal y quedarse tranquila, demasiado tranquilo y casi sin palabras. Quizás sus amigos tenían razón, la azabache lo tenía totalmente domado. Pero, al joven Prideux le gustaba ser domado y mas, cuando recibía tantas deseadas caricias y tantos besos, los roces de piel. Y absolutamente todo lo que hacia cuando estaba con ella, le volvían loco. Lo enamoraban cada vez más. Además, de que ella era la primera novia morena que el chico, pues todas sus otras parejas habían sido rubias, es algo así como un fetiche, pero cuando su mirada se cruzo con la de Danielle, supo, que al demonio las rubias, porque esa morena le había quitado el aliento con una sola mirada.

Cerró los ojos por un momento, sintiendo como ella le abrazaba de esa forma tan pacifica. Contuvo la respiración y sólo sonrió como tonto enamorado. Pero, enamorado de verdad. Suspiró, abriendo los ojos poco a poco cuando ella se separo y encogiéndose de hombros. – Je l'espère aimer. – Susurró, dándole poca importancia al asunto y listo para escuchar lo que ella tenía por decirle. Abrió los ojos un poco más de lo normal. Con ligera sorpresa ante las palabras de ellas. – Oh, mon cherié, eso es genial. ¿Y qué piensas hacer al respecto? – Preguntó entre curioso y orgulloso por su novia. La idea de que a ella le fuera de las mil maravillas le encantaba.

Con Danielle, Maykor podía perder la cabeza en segundos. En todo el sentido de la palabra. Hace unos segundos estaban hablando normal y ahora la tenía acorralada contra un casillero, listo para ‘atacar’. Pero, eran las cosas que la joven de los ojos azules causaba en el joven Prideux. Por un momento le miro de forma penetrante a los ojos. De esa forma que miras a una persona, sin nada de incomodidad y comienzas a entender, porque le amabas tanto. Los orbes azules del chico dejaron de observar los de la chica y fueron directo al dedo de ella que paseaba por su torso. Haciéndole sonreír de medio lado. – Yo sé una forma bien gráfica. – Susurró riendo ligeramente y le mordió el labio inferior a la ojiazul. – Si eso es lo que quiere mon belle princesse, yo la complaceré. – La volvió a besar, pero esta vez de forma lasciva, para entonces separarse por completo de ella y estirar su mano, para que la tomase. – Vamos por las cosas ahora, ¿entonces? – Alzó una ceja, sonriéndole de esa forma infantil y aniñada, la cual le hacia ver adorable e inofensivo.

Podría decirse que Maykor había sido el único y primer novio que había tenido, pues claro, casi nunca había conseguido a nadie, al estar apegada a los estudios, pero ahora que lo tenía, sabía que no se iba a aburrir de él jamás, primero por su forma de ser, luego su físico y claro, de ultimo la forma en que me trataba, además de cada caricia y beso que me daba hacia que algo volviera a fluir como la primera vez que le vi, tal parece que casi siempre, con lo que hace es algo como “amor a primera vista”.

Al escuchar la respuesta del ojiazul, se sonrío un poco, manteniendo mi mirada fija en él. – Pues no lo sé cherié, no quiero ir, pero si me llegan a mandar, debo.. – Dije riendo un poco, aun mirando a sus ojos, una parte no quería ir porque me quería quedar con Maykor, por otra, si quería ir porque quería tener experiencia con los asquerosos niños, aunque claro, antes de ir, una buena charla sobre el tratado de los niños para mi, para no tratarlos tan mal. Sabía que Maykor estaba orgulloso de mi y se le notaba en su mirar, aunque claro, aun no le había dicho las condiciones en las que quizá me mandarían como profesora de secundaria.

De pronto sentí esa mirada profunda y fija en mi, la cual fue desviada gracias a ese dedo travieso que paseaba por su torso, un torso que solo era mio, o eso creo, al escucharle, me sonreí, bajando mi dedo y dejando mi mano sobre mi cintura, de pronto en una rápida acción pudo sentir los labios del ojiazul morder los míos, los cuales él sabía que si hacía eso, yo me volvería loca, al escucharle asentí. – Mercí, mon cherié – De pronto la mordida de labios terminó en un beso lascivo a lo cual correspondí sin enojarme, al contrario, siempre me gustaba que me besara de esa forma, una vez separados noté que ofrecia su mano, la cual tomé, entrelazando mis dedos con los de él – Claro, aunque ¿A dónde pasamos primero? – Al verle de esa forma no evité llenarme de ternura y soltar un pequeño “awww”, se veía tan inofensivo que quizá me lo comería, bromeo…me sonreí luego por ello a lo que después robé un pequeño beso de sus labios tan solo por verle tan adorable.

Comenzó a pensar que la chica no le había dicho la información completa. Como que había unas condiciones o cosas que todavía la azabache no le decía. Lo que le daba curiosidad y algo de miedo. Porque si se iba demasiado lejos, no tendrían tanto tiempo para verse y lo menos que quería era tenerla más lejos o simplemente, la idea que surgía en su cabeza de perderla, le daba estrés. Entrecerró los ojos por un momento, pensativo y alzó una ceja cuando ella le habló. – Sí, sí entiendo. Pero, es una buena experiencia amor y de seguro te encanta. – Le dijo con ánimos, pues no se los quería matar y le sonrió.

La idea del picnic en el lago y toda la cosa no sonaba tan mal. Pero, prefirió dejarlo en manos de la ojiazul. Después de todo ella fue quien propuso la idea. Luego de un lascivo beso, correspondido por la joven. Se separó, estirando su mano y esperando a que ella la tomase. Una vez su novia tomo de su mano y entrelazó sus dedos, Maykor sonrió. Ladeando la cabeza, cuando ella se lleno de ternura. Soltó una carcajada y negó con la cabeza, para luego sonreír de lado, cuando le robó ese pequeño beso. – Vamos a buscar las cosas en tu apartamento y luego vamos a ver que hay en el mío. Para después ir directo al lago. – Sonrió de lado, besándole la mejilla y jalándola, para que se pegara contra él. Comenzando a caminar hacia el mini departamento de ella.